Capítulo#17

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La puntualidad es un valor, ¿lo sabían?

Pues yo no lo sabía hasta hace trece minutos, debido a que mi abuela no dejaba de decirlo porque hace exactamente trece minutos, Esteban tocó el timbre. Siete en punto.

— Yo digo que te ves preciosa, ¿lista?

Mamá me sonreía y yo no sabía si salir o no, en estos momentos necesitaba un "Sal o muestro tus fotos cuando eras gorda" de mi hermano.

Eso me obligaba a bajar las escaleras como un rayo y ser normal y cuerda de nuevo. 

Adiós valentía. Adiós Charlie.

 —Sí, ya bajo.

Cuando mi madre dejó la habitación, me sonreí y me prometí que las cosas no estaban mal. Alguien abajo me quería, realmente me quería.


Esteban usaba un jean, camiseta blanca con una chaqueta negra. Bien, de acuerdo, semi formal. ¿Lo he arruinado, verdad? 

— Esto es para ti.

Me entregó un girasol enorme con una polaroid de mí sonriendo.

¡Qué tierno! ¡Lo detesto! Claro, no lo detesto porque él sea tierno, sino que lo detesto porque me hace quedar como un Grinch y una sin-imaginación debido a que no se me ocurre nada que lo marque. Bien, ya me propondré a hacerlo sonreír con detalles. 

 —Estás hermosa.

— Mientes.

 —Jamás te mentiría a ti, hermosa.

Sin que nadie vea, me acerqué a él y lo besé.

Lento. Así. Como nos gusta a los dos, perdiéndonos...perdiéndonos en el tiempo.

— Si siguen así, se les hará tarde.

¡Qué oportuna, Jess!

 —Sí, ya nos vamos.

Dijo Esteban y tomó mi mano.

—¡Cuidado con la calle! Alice, por favor, hoy no seas torpe.

 —Wow, mamá, gracias, ¿sabes? Mi ego está por las nubes, Esteban no la escuches, ¡huyamos! ¡Corre, corre!

— Bien, Esteban la traes antes de la una, ¿de acuerdo?

 —Lo prometo.

Esteban se despidió de mi femenina familia y yo solo les hice de la mano. Esteban abrió la puerta de mi casa, ¡wow! Girar la perilla es tan difícil, chicas, no lo intenten en casa, dejen que sus cuasi-novios lo hagan. ¡¿Lo ven?! ¡Me paso de Grinch!

— Sí Alice, incluso la puerta de tu casa te abriré. 

Abrió la puerta de su auto y entré. ¡Qué nervios! Sobretodo porque ya no recuerdo si me puse desodorante. Soy un pésimo error de la vida humana.

 —Necesito que te pongas esto.

¡¿Qué?! ¡¿Desodorante?!

Abrí los ojos despavorida y solo estaba su pálida mano sosteniendo una venda roja. De acuerdo...

— Así inicia una escena erótica de un libro, Esteban...

 Esteban estalló en una carcajada y no paró hasta que le quité la venda.

¿Por qué debía ser tan inoportuna?  Creo que ya es de familia. En mis adentros yo también me quería reír pero debí poner mi pose orgullosa, ¡tenía que! ¡Soy Alice Hyde, es lo que mejor me sale!

— Dame acá esa venda.

La tomó y la ató suavemente tras mi cabeza. Movió mi cabello a un lado y mis vellos diminutos se erizaron, oh, vamos Esteban no tortures a mis hormonas. 

 —Yo te amo Alice —susurró—, sanamente.

Es  muy difícil encontrar a una persona que quiera algo sano. Me refiero a estamos tan hormonados los adolescentes hoy en día que nos olvidamos del verdadero sentido del amor, el amor a nuestra edad no debería ser movido por tener relaciones sexuales, sino por el sentimiento que te lleva a querer a esa persona por lo que hay dentro.

Sonreí. No pude evitarlo.

— ¿Lista para tu sorpresa, pequeño monstruo?

 —Hace no mucho era una hermosa y ahora soy un monstruo.

Pude casi sentir que sonreía.

— Digamos que a mí me gusta todo de ti. Lo soportable y lo no de ti, ¿ya? A veces eres una pequeña hermosa y a veces un pequeño monstruo, pero pase lo que pase, tú siempre terminarás siendo mi pequeña.

Lo sé. Esteban debió haber inventado la diabetes emocional. Y si no existe, pues, tranquilos que la noche recién empieza. 

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⏰ Última actualización: Aug 15, 2015 ⏰

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