El aire de la playa rozaba mi pelo y me sentía libre, risas se oían de mis dos hijos que jugaban con la arena, Lucía (3 años) y Diego (4 años), eran fantásticos. Mi marido estaba tumbado en la toalla durmiendo tomando el sol, se llamaba Cristian, Cristian y yo nos casábamos dentro de muy poco en Venezuela, de donde yo venía y de paso vería a mi madre. Estábamos en la playa de vacaciones, habíamos alquilado un apartamento y a veces nos íbamos a la playa. Yo trabajaba en un periódico y Cristian en el banco, se le daban bien los números, nos conocimos en el trabajo ya que mi jefe le pagaba al banco donde Cristian estaba y al cabo de unos meses se prometió de mi.