Capitulo 5

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—Pues mira, las sirenas a veces copulan con mortales. Pierden la cola y parecen mujeres normales, pero sólo dura un tiempo porque quieren volver al mar. Y una noche de tormenta puede convertirlas en sirenas de nuevo. Desaparecen, vuelven al mar.


—¿Dejando atrás a un hombre con el corazón roto?
—Y la casa llena de escamas. -rio ____.
—Entonces, ¿tú podrías ser una sirena?
—Nunca se sabe —bromeó _____, pestañeando exageradamente.
—Ah, eso explicaría muchas cosas.
—Por supuesto.
—Y dime, ¿qué induce a una sirena a copular con un mortal?
—Que se enamore, pero no suele pasar.
—Y cuando se enamora, ¿hay alguna forma de evitar que vuelva al mar?
—Sólo una —contestó ____.
—Dime.
—Debe tener un hijo. Entonces, se olvidan del sonido de las olas y se convierten en humanas para siempre.
—¿Tengo que dejarte embarazada para que no te vayas?
____ se puso seria.
—Eso no sería muy conveniente —murmuró, apartando la mirada.
—Era una broma —sonrió Michael—. Sólo quería saber cómo hacer que una sirena se enamore de mí.
—Ya te he dicho que esas cosas no suelen pasar.
—La sirena se ha convertido en una estatua. ¿Qué he dicho?
—Nada.
El dejó escapar un suspiro.
—Bueno, si queremos llegar a Antibes a la hora de la cena, será mejor que nos pongamos en marcha.

____ sintió que le pesaba el corazón mientras Salía del jardín de la sirenita. ¿Por qué en los mejores momentos siempre ocurría algo que la devolvía a la fea realidad?

La villa de Marissa Carron no estaba exactamente en Capo d'Antibes, sino en las colinas que había detrás del pueblo. Desde allí podían ver el puerto en la distancia....

La casa era enorme, hecha de piedra, y debía de tener dos o tres siglos. No se había reparado en gastos para reformarla. Mientras recorrían el inmaculado camino de piedra, _____ observó las esculturas que se hallaban colocadas entre los arbustos y cipreses del jardín. Había unos rosales espectaculares, las flores estaban dispuestas en lechos geométricos, por colores y tamaños.

Michael detuvo el coche en un patio circular en el que había una magnífica fuente con tres leones que echaban agua por las fauces.

—Una escultura italiana, del siglo XVIII —dijo él—.
Importada de Florencia. Tenía un poco de musgo, así que Marissa hizo que la limpiaran.
—Qué higiénico.
Cuando salían del coche oyeron los cascos de un caballo.
Una mujer se acercaba, vestida de amazona.
—¡Michael, cariño! Qué alegría verte...

Lady Carron bajó del caballo con destreza y se acercó para darle un abrazo. Era una mujer delgada de pelo castaño y rostro bronceado, con los ojos de color violeta. Como Michael había dicho, era más interesante que bella, de nariz aquilina y labios delgados. No era joven, pero sí muy atractiva. Y estaba muy guapa vestida de amazona.

—Estás guapísimo, cielo. El sol de China no te ha estropeado nada.
—Tú también estás muy guapa, Marissa. Te presento a mi ayudante, _____ _____(nombre y apellido). ____, Marissa Carron.
—Encantada de conocerla, Lady Carron —sonrió ____, conteniendo el deseo de hacerle una reverencia.
—Llámame Marissa, por favor —dijo ella, ofreciéndole una mano enguantada—. Así que tú eres la nueva chica. Espero que cuides bien de Michael.
—Lo intento.
—Bueno, por ahora puedes descansar. Yo me en cargo de todo —el brillo de los ojos de Lady Carron decía claramente que era una orden—. Vamos a tomar una copa en la terraza, Mike.

La invitación, claramente, no la incluía a ella. Michael la miró por encima del hombro mientras Marissa se lo llevaba de la mano, dejando a ____ con los criados que habían salido para recoger sus maletas.

La casa, por supuesto, era muy lujosa. Exagerada, quizá, pero bonita. A Michael le dieron una habitación con vistas al Mediterráneo. La de ____ era mucho más pequeña, más oscura... y daba a los establos.

Mientras deshacía la maleta, intentaba no odiar a Lady Carron. Aunque Michael la trataba como a una amiga, una igual, no había razón para pensar que sus millonarios amigos iban a tratarla de la misma forma. Sintiéndose como la pariente pobre, ____ intentó arreglarse un poco. Acababa de ponerse unos pantalones y una camiseta rosa cuando Michael llamó a la puerta de su habitación.

—Ven a tomar una copa. Quiero presentarte al resto de los invitados.
—¿Seguro que debo ir? Podría bajar al calabozo y comer un pedazo de pan.
El soltó una carcajada.
—Ya te acostumbrarás a Marissa.
—Ya veremos.
—Bonita vista —dijo Michael entonces, mirando por la ventana.

____ se acercó. El caballo de Lady Carron estaba siendo cepillado frente a los establos.

—Ese caballo no ha estado corriendo. Con este sol, estaría cubierto de sudor.
—A lo mejor iba a dar un paseo cuando llegamos.
—O Lady Carron quería demostrarte lo divina que está vestida de Lara Croft. Bueno, amo Mike, podemos irnos cuando quiera —bromeó ____.
En la terraza había dos parejas, una suiza y otra francesa y un inglés melancólico llamado Mich, que se pegó a ____. Lo único que todos tenían en común eran los innegables signos externos de riqueza: joyas, relojes de oro, dientes blanquísimos y rostros bronceados.

—Yo vivo en la casa de al lado —le dijo Mich, que había tomado más de una copa—. Pero no se ve desde aquí. Marissa posee prácticamente todas estas colinas.
—Es un paisaje maravilloso —sonrió ____—. Tienes mucha suerte. ¿Vives aquí todo el año?
—Yo sí, Marissa no. Ella tiene una casa en Londres y otra en Barbados.
—Ah.
—Mi casa no es tan lujosa como ésta —siguió Mich.
—Pero seguro que también es muy bonita.
—Sí, creo que sí. Llevo intentando que se case conmigo desde que murió Bob, pero no tengo muchas esperanzas.
—Sigue intentándolo —le aconsejó ____—. Siendo su vecino, tienes muchas posibilidades.
—Eso espero —sonrió Mich.

La cena se sirvió en el comedor, una habitación impresionante con muebles de caoba y cuadros impresionistas que parecían auténticos.
Marissa se había cambiado de ropa y llevaba un vestido de gasa de color violeta, a juego con sus ojos, que dejaba sus bronceados brazos al descubierto... y destacaba unos pechos altos que podrían o no haber pasado por el cirujano.

—Estás guapísima, Marissa -dijo Michael—. Pareces un retrato de Paul Jacoulet.
—Gracias, cielo —sonrió ella.
____ se colocó la servilleta sobre las rodillas, in tentando contener las ganas de vomitar.

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