Parte 1 - Afrontar la muerte antes de siquiera vivir

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Patrick nació en el área de maternidad de la sección C, módulo 16, cubículo número 8. Había sido producto de lo quebrado y lo enfermo, nacido en las granjas oscuras de las cuales el reino de Dios se ha olvidado; Había sido un nombre más en los libros del infierno, había nacido como nacen los ciegos a los sonidos, los mudos al habla.

La mujer en la cama tenía los brazos atados a los costados de su cuerpo, sus gritos podrían haber desgarrado la cordura de las personas que le miraban a un lado de la cama, si es que estás aún la tuvieran. Su rostro estaba deformado en dolor y sus entrañas se contraían con fuerza, como si se estuviesen licuando por dentro.

Dentro del cubículo número 8 habían tres humanos a parte de ella, cada uno vestido en ropas manchadas de rojo las cuales alguna vez debieron ser blancas; dos de ellas eran mujeres y el otro un hombre delgado con lentes frente a los ojos, sosteniendo un cuaderno y un bolígrafo desde la puerta de cristal, observándolo todo.

Ellos no eran los monstruos, por supuesto que no, los monstruos viven en las sombras.

"Está coronando" una de las personas había pronunciado.

Ella sabía lo que eso significaba, llevaba 6 años de su vida conociéndolo, pero aún no lograba entenderlo. No lograba entender nada de lo que sucedía a su alrededor, sólo sabe lo que siempre pasa, pero nunca el por qué.

De pronto el dolor se intensifica y ella sabe que es el momento, las mujeres le ayudan y le sostienen, murmurándole qué tiene qué hacer y que no, pero, siendo ya una madre experimentada, no las escucha y sigue los instintos de su cuerpo y los conocimientos que ha aprendido las veces pasadas.

La primera vez que estuvo en está habitación, siendo apenas una niña, pujó durante la coronación y se provocó un desgarre, la segunda y tercera vez las pasó bien, pero, en el cuarto parto, el crío nació con el cordón alrededor del cuello, y gracias al desprendimiento de la placenta, murió a los pocos minutos. Al menos el cuarto de ellos no tendría que sufrir lo que los demás.

Porque a eso es a lo que se viene a vivir a la tierra: A sufrir, a doler, a consumirse lentamente como una vela a la cual, no importa qué, siempre ha de terminar por extinguirse. La vida no significa más que sufrimiento, y la muerte significa nada. Ella preferiría ser nada.

Pero no, sigue en la cama con la respiración entrecortada y el corazón acelerado, siente sus músculos tensos y sus huesos ajustarse con el dolor y la capacidad de una hembra para darle espacio de salida al crío. El producto, como le dicen ellos.

Ella fue, es y será nada más que una criatura humana que se insemina artificialmente cada 10 meses, que pasa todo su tiempo de vida en una habitación de 4 x 3, con cristales y humanos en batas rojas que alguna vez fueron blancas, observándola.

Esos humanos hacen lo que hacen porque creen que así se salvarán el pellejo, que volteándose contra su propia especie se ganarán la misericordia y la gratitud de Ellos, los que viven y reinan en el infierno, y ahora también, en la tierra.

Hace 200 años que los hombres se han olvidado de que alguna vez existió algo a lo que Ellos le tenían miedo, se les ha borrado de la memoria las viejas historias que contaban los ancianos: "Enormes alas, presencia majestuosa, luz blanca que iluminaba hasta el rincón más olvidado y podrido..." Los humanos ahora ven aquellos recuerdos como si hubiesen sido sueños, productos de su imaginación –Nadie los va a salvar, todos los han olvidado. Los ángeles dejaron de existir hace tantos amaneceres y los demonios ahora celebran con copas escarlatas todas las noches.

La mujer se estremece en la cama, tiene el sabor de sus lágrimas impregnando su lengua, gritos fluyen fuera de su boca, y, al final, jadea por aire porque sus pulmones y ella misma colapsarán si no lo hace.

Roto y Solitario  {Peterick}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora