Parte 3 - Para romper algo quebrado

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Patrick está sentado en un banquillo de madera puesto en el pasillo, a un lado de la ventana. Su mirada está puesta sobre las arboledas y las aves que habitan en las ramas medias de los árboles, sacudiéndose las plumas de musgo, polvo y el sol que poco a poco cae.

Está sentado ahí y no en su habitación o en cualquier otro lugar ya que Sylas así se lo ha pedido, y él así lo ha hecho.

En la única habitación a la que lleva el pasillo están las dos criaturas de los cientos de años de existencia, hablando en silencio. Sylas inspecciona cada facción en el joven demonio, notando que se ve tan sólo un poco más deteriorado que la última vez; sabe que Peter Lewis ha pasado por muchas cosas durante los últimos cien años, sobre todo desde que se desterró a sí mismo al valle del humo, sin razón aparente y no una que le fuese a decir a su viejo tutor.

El muchacho carraspea y se remueve en su asiento, perfeccionando su recta postura y su cabeza en alto para no quedar en las sombras en presencia de Sylas. El mayor de ambos ha dispuesto sobre la mesa de centro lo que parece ser una botella de vino sin corcho, lo que de ser así sería un desperdicio ya que el alcohol les sabría igual que masticar carbón. La botella no tiene vino tinto, pero si tiene un líquido rojo y salado como el metal.

"Dilo ya, ¿A qué has venido, muchacho?" Sylas deja que su postura se relaje tan sólo un poco contra el respaldo de la silla, tomando ambas copas y rellenándolas de la sangre que resguarda la botella; La criatura no luce mayor a los 30 o 40 años humanos, aunque en realidad su existencia es mucho mayor a esa. Peter Lewis había sido enviado a él cuando éste lucía de apenas unos 14, aunque su conteo de existencia real hubiese empezado hace 653 años; le habían enviado con Black para que le enseñase las cosas que una criatura como ellos debe saber, pero cuyos conocimientos solamente se adquieren con la experiencia o gracias a las enseñanzas de un buen mentor.

"Pasaba a informarte que emprenderé un viaje hacia las tierras de agua, y que no sé cuándo volveré. Podrías tomar esto como una despedida si las cosas así lo ameritasen."

El mayor sorbe de la copa y observa la determinación de Lewis, siempre tan valiente por fuera pero temeroso por dentro. Tiene ganas de preguntar el por qué del destino al que se dirige o el por qué no ha de volver, pero una de las grandes enseñanzas es el saber que las preguntas, formuladas o no, siempre han de contestarse por sí solas si aguardas lo suficiente.

Observa la copa intacta del muchacho antes de volver a hablar.

"¿Qué te parece el humano? Está a la venta y podría serte útil a dónde vas, cargando con su sangre para cuando así la requieras. Además, Peter Lewis, haz estado solo durante mucho tiempo, la compañía siempre es buena, venga en la forma que venga."

El más joven de ambos ha negado en silencio y no ha interrumpido para protestar por mero respeto, aunque enseguida ha terminado de hablar el mayor, él mismo abre sus labios. "Me temo, Sylas, que este viaje lo debo seguir llevando por mi cuenta como vengo haciendo desde que lo inicié, que más útil sería para mi llevarlo conmigo para alimentarme de él cuando la sed fuese insoportable, pero, si me lo permites, tendré que afrontarme a lo que viene por mi cuenta."

Sylas baja la copa, lejos de sus labios, y la deposita con cuidado sobre la mesa. Lame la comisura de su boca para limpiarse los restos carmesís que se han quedado como perlas prendidas a su piel, entonces concluye: "Eres un solitario, Peter, pero hasta la sombra más oscura necesita de la luz para existir."

El nombrado baja los ojos y sonríe. Pasarán los años y se modificaran las normas de existencia, pero Sylas Black, el hombre que maneja el mercado ilegal de las pesadillas, siempre tendrá la razón. Peter tiene miedo de que esta vez también así sea.

Roto y Solitario  {Peterick}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora