Su cara de sorpresa lo decía todo. Le acababa de cambiar la vida. Ahora tenía un hijo y una chica que le pedía ayuda casi de rodillas.
- Hola Andrea. Ahora... no sé, estoy atónito, sin palabras.
- Supongo que no es fácil levantarte una mañana y descubrir que tienes un hijo.
Estaba perdido, y sus manos sudaban tanto que acabó mojando sus vaqueros. Tras unos segundos inmersos en un silencio incómodo lleno de incertidumbres, Sergio levantó la cabeza y arrancó.
- Está bien, te ayudaré, pero tendrás que hacer lo que yo te diga al pie de la letra si no quieres acabar otra vez en la miseria. Para empezar, ahora serás mi prima segunda que viene de viaje para completar sus estudios en la universidad. Mi chica está arriba y no quiero que sea consciente de nada de esto. Por lo tanto, tendrás derecho a una habitación en la casa. Yo pagaré tu matrícula universitaria a cambio de que tus notas sean brillantes. Eso sí, asegúrate de encontrar un buen trabajo al finalizar tus estudios, porque me devolverás todo el dinero que te habré prestado. Cuando hayas acabado la carrera, desaparecerás de esta casa y no volverás nunca. ¿Queda claro?
- Sí. ¿Y el bebé?
- De eso ya me encargo yo. Mi hermana mayor está ansiosa por tener hijos. Seguro que le gustará la idea de tener uno tan guapo como este. No le faltará de nada, pues ya sabes que somos una familia con buen capital.
- Pero no puedo dejar a mi hijo así. Él necesita estar conmigo. Y yo necesito estar con él.
- Tendrás derecho a una visita al mes.
- ¿Al mes? No, yo necesito verle a diario.
- Lo siento Andrea, pero a veces las cosas no son como a uno le gustarían. Es todo lo que puedo ofrecerte, antes de mañana necesito una respuesta. Ahora tengo que irme.
Y salí de aquella mansión tan decepcionada que ni si quiera me quedaba energía para caminar. Era mi única opción pero no podía abandonar a mi hijo de esa manera. Ambos nos necesitábamos cerca y ninguno viviríamos a gusto así. Comenzamos a divagar de nuevo por las calles de la ciudad en busca de algo que sabía que no encontraría. Un hogar.
La lluvia hizo más difícil el destino y Mateo empezó a llorar. Le tocaba la comida de las doce. Y yo no tenía nada para darle.
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El Alma Inundada
Teen FictionHola, me llamo Andrea, tengo 17 años y me encuentro sentada sobre el retrete del baño de casa con un test de embarazo en la mano. Un test de embarazo positivo. Así comienza 'El Alma Inundada', una novela romántica y misteriosa en la que la joven pro...