Una mujer camina por la calle junto con otra mujer. Una de ellas habla sin parar, contándole su vida a la otra, quién solo asiente, sin pronunciar palabra.
-...¿Y sabe qué? Luego me la crucé y me dijo que iba al mercado, cuando yo sabía perfectamente que iba a reunirse con su amiga en la plaza.
La otra asiente.
-¿Y cómo sabía yo eso? Pues fácil: me lo dijo la prima de su amiga.
Su compañera asiente otra vez y comienza a hacerlo continuadamente.
-Bueno, el caso es que luego fui a la plaza para ver que hacía con su amiga, y resulta que lejos de estar con ella, ¡estaba abrazada al primo de Teresa!
-(Sigue asintiendo).
-¡Así que por supuesto, yo corrí a contárselo a Teresa! Porque Teresa y yo somos como hermanas, ¿sabe?
-(Sigue asintiendo).
La mujer que habla la mira con una extraña expresión.
-Y entonces -sigue- se lo conté, porque me parecía mal que no lo supiera. ¿Cree usted que hice yo bien?
La otra asiente.
-¿Seguro?
-(Vuelve a asentir).
-Oiga -dice la parlanchina- ¿se da cuenta de que usted aún no ha hablado nada?
-(Asiente).
-No, lo que yo quiero decir -continúa- es que usted no ha pronunciado palabra en toda esta conversación.
Su compañera vuelve a asentir otra vez.
-Empiezo a creer que me toma usted el pelo.
Dice a la par que le echa una mirada fulminante.
-(La aludida asiente otra vez).
La mujer que estaba hablando se queda perpleja y ofuscada, quizá incluso perpleja.
Acto seguido se cruza de brazos y se va.
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Cuentos del crepúsculo
RandomEste tomo recopila algunos de los originales microrrelatos y breves cuentos escritos en pequeños huecos de inspiración.