Aparecen una pareja de novios. Él le tapa los ojos a ella para darle una sorpresa.
-¿Ya puedo abrir los ojos?- dice ella.
-Sí, Aghata- responde él.
Aghata abre los ojos y se encuentra en un precioso restaurante de lujo.
-¡Ah! ¿Es para mí?- pregunta la chica.
-Sí, cari. Es tu regalo de cumpleaños- responde el novio.
-¿De veras? ¿Un restaurante?- quiere saber la joven, que tiene pocas luces.
-No, una comida en un restaurante- especifica el joven Jimmy.
-Da lo mismo- contesta ella -¡te quiero!
Se abrazan.
-Vamos a sentarnos- sugiere Jimmy.
Se sientan.
-No me lo esperaba, ¿sabes? -comenta Aghata- sueles ser tan tacaño...
-¿Yo tacaño? ¡Qué tontería!- replica el joven -en cualquier caso, hoy te invito yo a comer.
Se acerca un camarero.
-Señora, señor, ¿qué desean tomar?- pregunta.
-Veamos... creo que tomaré una sopa de fideos, otra de melón, cordero, lubina, y unos cuántos percebes- dice, aprovechando que ella no paga.
-Bien- dice ahora Jimmy- yo tomaré lo mismo que ella más algo de elefante, vaca y toro. Y de segundo tráigame un tiburón entero con patatas.
-¿Tanto?- se asombra el camarero.
-¡Claro!- afirma el joven- ¿No ve que llevo sin comer tres días?
-Bueno, bueno... -acepta el camarero.
Se va el hombre.
-¿Tres días?- pregunta Aghata con su odiosa voz melosa- ¿Como que tres días?
-Normal- responde su novio -no tengo un céntimo...
-¿Qué no tienes ni un céntimo?- repite ella -¿Y cómo piensas pagar...?
-¡Calla!- le reprocha Jimmy -¡De esas cosas no se habla en público!
Vuelve el camarero con los platos de comida y los sirve, tras lo cuál se marcha de nuevo.
-Comamos- sugiere el joven.
-Pero, y eso de que andas sin blanca...- insiste Aghata.
-¡Calla! -le ordena él- Se necesita mucha concentración para comer.
Cuando acaban de comer, el camarero trae la cuenta.
-Señor, la cuenta- anuncia.
-¡¿1300 euros!?
-Claro, señor, con todo lo que han pedido- explica el hombre.
-Aghata, yo que tú no pagaría, ¡es un abuso!- clama el joven.
-¡¿Qué!?- protesta la chica -¡pero si me invitabas tú!
-Yo dije que te invitaba- se excusa el novio- pero de pagar yo no dije nada.
Agahta le pega una torta y se marcha diciendo:
-¡Toma torta, caradura!
-Bueno, señor, tendrá que pagar usted- anuncia el camarero.
-¡¿Yo!?- exclama Jimmy- ¡Oh, dispense, se me olvidó la cartera!
Jimmy se marcha corriendo, plantando al camarero, que queda perplejo.
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Cuentos del crepúsculo
CasualeEste tomo recopila algunos de los originales microrrelatos y breves cuentos escritos en pequeños huecos de inspiración.