Capítulo 1

59 9 11
                                    

          1

— Ari, ¿estás segura de esto? No quiero que te vayas, por favor. —Volví a escuchar una vez más a Ethan suplicando.

— Que no, joder, quiero irme de esta mierda de ciudad de una puta vez. ¿No lo entiendes Ethan? —Suspiré dejando de meter ropa en mi maleta. —Lo siento. —Dije acercándome a él para darle un abrazo.

— Yo también lo siento. Pero sabes que eres como mi hermana, no creo que pueda soportar toda esta mierda sin ti. —

— Puedes venir a visitarme cuando quieras. —Dije continuando con las maletas.

— Espero poder ahorrar lo suficiente con lo que me pagan en The Nights, para poder irme contigo. —

Crazy life babe. —Bromeé.

— Ya estoy cansado de que me toquen las pelotas aquí, quiero comenzar de cero, como tú. —

— Bueno, estamos creciendo, es un comienzo. Leo me ha dicho que me ha conseguido un trabajo de niñera. —

— Arizona Edalli haciendo de niñera, no te imagino sonriendo y jugando con muñecas o al fútbol con un gnomo de jardín. —Carcajeó Ethan.

— No seas cruel, que no soy tan mala persona. —Le golpeé fuerte en la nuca.

— Quizá no, pero intenta no espantar al niño o niña con tu cara de todas las mañanas. —Dijo sobando su cuello.

— ¿Qué quieres decir? Mi cara de por las mañanas es igual a la de siempre. —Dije achinando los ojos.

— Por eso mismo. —Señaló con el dedo.

— Serás cabrón. —Cogí una almohada mi cama y le empecé a aporrear hasta que salió de mi cuarto rendido.

Reí antes de cerrar la última maleta. Mi armario estaba vacía, tampoco es que tuviera mucha ropa que usar la verdad. Después de quedarme contemplando el vacío cerré las puertas del mueble y seguí empacando. Al terminar de ordenar lo esencial saqué las maletas de mi cuarto para que posteriormente Leo me ayudara a bajarlas.

Mi cuarto ya eran cuatro paredes sin sentido con dos cajas en una esquina llenas de las cosas que no me podía llevar a mi nueva casa, por un lado me sentía melancólica al no poder llevarme todo conmigo porque aquellos objetos que no eran de valor para nadie, eran todo lo que tenía; y por otro tenía que volver a comenzar otra vida o al menos intentarlo, y eso implicaba dejar aquellas cosas que no formarían parte de mí nunca más.

Las ventanas de mi cuarto habían sido testigo de la vida de una adolescente miserable y con pocas ganas de seguir adelante, y aquello iba a cambiar gracias a la oportunidad que se me había otorgado.

Me dirigí a la cocina para prepararme  uno o dos sándwiches para el camino, ¿dejarían entrar al avión con comida? Bueno, mejor me los comería en el viaje en coche.

Comencé a pensar en si era correcto dejar a mamá sola allí, después de lo de Zhoe... Suponía que tenía que cargar con el remordimiento de dejar solos a mis padres y ser feliz por mi cuenta, quedarme en Dallas era sinónimo de vivir entorno a un aura de tristeza enorme del que no podría haber salido.

Las cosas pasan por algo, ¿no?

— Hey, Riz. —Escuché una voz a mis espaldas que me había empujado de mis pensamientos.

— No sé qué haces aquí, después de dos días y casi veinte llamadas perdidas pensé que no aparecerías. —

— No podía haber hecho otra cosa. Tenía que probar a ver si podía durar al menos dos días sin ti. —

— ¿Y lo has conseguido? —Refunfuñé molesta.

— ¿Tú que crees? Si pudiera haber aguantado sin ti no hubiese venido. —Alzó su tono de voz. 

— Joder, es más difícil para mi. —

— ¿Perdona? Eres tú la que tu te irás y seguramente encontrarás a  alguien mejor que yo. —

— Noan, ¿por qué no confías en mi? —

— Lo hago, Arizona, pero si me hubieses conocido en otro lugar que no hubiese sido este basurero de mierda, no estarías conmigo. —

— ¿Y qué te hace pensar eso? Son mis gustos y por algo estoy contigo. —Le miré a los ojos intentando buscar el porqué de todo lo que me estaba diciendo.

— Sólo es la verdad, joder. No soy perfecto, pero ahí fuera hay mas de mil chicos mejores que yo. Si no, ¿por qué tuviste dudas entre Oliver y yo? —

— Noan, no pienses que he dudado en algún momento, porque no es así. No tuve ni que pensarlo porque yo ya estaba enamorada de ti, no de Oliver, eso es una idea equivocada. —

— Ya. Pero en Miami yo no estaré para recordarte que aunque nunca lo demuestre, te amo, Arizona. —Dijo con la mirada  profunda.

— Noan. —Dije y le di un abrazo. — No estaremos juntos, pero por poco tiempo. Yo también te amo. —Le susurré y seguidamente le di un beso, quizá el último que tendría verdadero significado para los dos.

Noan me ayudó a sacar las maletas del edificio hasta el coche de mi hermano. El avión saldría a las ocho y eran las cuatro.

Di un abrazo fuerte a mis padres, quienes escondían su dolor. Ver a otra hija ir no era fácil, pero quería escapar de aquella burbuja.

Me senté en el coche entre Ethan y Noan, era la última vez que me sentiría protegida por los dos chicos que me habían ayudado a levantarme durante mi adolescencia.

Antes de arrancar el coche miré hacia la ventanilla por una milésima de segundo, había contemplado la imagen de mis padres cogidos de la mano... y con el espejismo de mi hermana al lado. El espejismo de Zhoe aparecía cada vez más a menudo y a veces me asustaba, pero luego recordaba que era un ángel.

Quizá Zhoe quisiera cuidarme allá a donde fuera y eso lo agradecía, porque cuando la echara de menos podría recordarla y susurrar al viento que la quería.

Suspiré y miré al frente hacia la carretera, Noan dejó que su mano acogiera a la mía, que estaba fría y con falta de calidez a causa de los nervios. Había intentado no derramar ni una sola lágrima pero me era difícil, entonces dejé que el agua cayera por mis mejillas silenciosamente.

El viaje en coche duraba dos horas, dos horas en las que preferí dormir que estar en silencio entre dos personas a las que tenía que abandonar y seguir adelante, descansé abrazada por los brazos de Noan. 

Yo era una completa ruina, la segunda ruina más grande después de Roma





Si Fuera Verdad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora