Capítulo 5

4 1 0
                                    

          5

Arizona

— Mierda, mierda, mierda. —Dije susurrando y acercándome a Ian para esconderme de mi hermano. ¿Qué hacía allí? Joder.

— ¿Ocurre algo? —Dijo Ian frunciendo el ceño y se sobresaltó cuando le hice girar quedando de espaldas a Leo, su altura podría taparme.

— Mi hermano, está aquí, si sabe que me he colado me matará. —Dije hablando lo suficientemente alto como para que él me escuchara.

— Podemos irnos. De todas maneras se está volviendo aburrido. —

— ¿Y tu amigo? ¿Y Apolo? —

— Les podemos llamar más tarde. —Se encogió de hombros dejando su copa de champagne en la bandeja de uno de los camareros que pasaba por allí.

— Está bien, pero rápido. Por favor. —

Salimos del hotel haciéndonos pasar por huéspedes. Suspiré cuando la brisa marina arrastró mi pelo por el aire. Miré hacia Ian y esperé un par de segundos antes de hablar.

— ¿Ahora qué hacemos? —

— Son apenas las cuatro, podemos dar una vuelta. —Dijo comenzando a caminar lentamente. 

Nos acercamos a la costa apartados de aquel hotel donde casualmente había aparecido el misterioso de mi hermano. Respiré pesadamente y me senté en la arena no muy cerca de la orilla, Ian se colocó a mi lado aún de pie, con las manos en sus bolsillos y con el pelo despeinado por el viento y porque lo tenía largo.

— Y... ¿vives cerca de aquí? —Pregunté acabando con el mal ambiente.

— En realidad vivo en Los Ángeles, pero he venido aquí por mi madre durante una temporada. —

— Yo soy de Dallas. —Dije apoyando los antebrazos encima de mis rodillas.

* * *

Pasamos un rato largo mirando el mar y las olas chocar contra la costa. La playa en realidad no me gustaba, pero el mar sí, parece contradictorio pero no. Había perdido la noción del tiempo mirando hacia el horizonte intentando encontrar un final, Ian se había sentado a mi lado para acompañarme en aquel silencio que me parecía precioso, sin incomodidades.

—  Son las seis, no me lo puedo creer. ¿No deberías de estar en casa ya?—Dijo mirando su reloj de muñeca.

— Supongo que sí, si quieres puedes acompañarme. —Me levanté sacudiendo la arena de mi ropa.

— Claro. Pero déjame ir a por mi coche un momento, no tardo. —

Me quedé esperando sentada en un banco en la acera hasta que el chico de rizos estacionó frente a mi. Estaba al volante de un Volkswagen passat azul oscuro. Dejando en vista mis pensamientos, se veía realmente sexy.

— Sube. —

Me senté en el lado del copiloto, me abroché el cinturón y le indiqué la dirección del apartamento en el que me alojaba. Tardamos poco porque quedaba a unos pocos kilómetros más  adelante de donde nos encontrábamos antes.

— Es aquí. —Le dije haciendo que aparcara justo en frente. —¿Quieres pasar? —Propuse mientras me desabrochaba el cinturón de seguridad.

— No creo que sea conveniente ahora. —Dijo ladeando la cabeza.

— Que no vamos a hacer cosas pervertidas, hombre. Quiero invitarte a algo de beber por haberme ayudado a escapar de mi hermano. —Dije mientras aguantaba la risa, Ian se había puesto nervioso. Quizá a él le pareciera raro que apenas conociéndonos le dejara pasar a mi nueva casa, pero mi forma de ser era aquella, no tenía vergüenza y confiaba en todo el mundo hasta que me traicionaran; ese era mi ''defecto'', pero a mi forma de pensar todo el mundo se merece una oportunidad hasta que la desperdicia. 

Si Fuera Verdad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora