Capítulo 2

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La habitación es bastante amplia, y la vista del balcón es increíble. Me hubiera gustado llegar más temprano para entrar a nadar un rato, pero ya es hora de cenar, así que tengo que pedir que pase uno de esos carritos por mí otra vez.

Llamo y me dirijo afuera a esperar, tal y como me lo indican. Tarda unos 15 min en llegar, algunas personas en traje de baño descienden y como soy el único esperando, decido elegir el asiento de cuatro. Preguntan nuevamente mi número de habitación y cuál es mi destino. Para la cena me informaron que o se comía en el restaurante buffet o se hacía una reservación en algún otro restante, sólo me queda una opción.

La brisa pega en mi rostro, y me relaja. Esto es sin duda lo que necesitaba. Respiro hondo cerrando mis ojos, entonces, viene a mi mente la imagen del chico rubio de hace unas horas. Una sonrisa aparece en mi rostro.

- Hemos llegado, señor.

Miro mi alrededor y frente a mí hay unas escaleras, que supongo deben llevarme a mi destino.

- Muchas gracias.

Bajé del vehículo. Seguía sintiendo la emoción de estar aquí, pero también sentía la esperanza de ver a ese chico rubio de nuevo. Entré en el restaurante y me asignaron una mesa. Extendí la servilleta de tela para que supieran que la mesa estaba ocupada y fui a buscar mi comida.

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Todo está absolutamente delicioso, me gustaría tener más estómago para que me quepa más. Lo que pagué es todo pagado, por lo que puedo entrar a los restantes y pedir lo que sea en los bares sin ningún costo adicional. Este lugar es el paraíso.

Después de comer, decido salir a caminar y recorrer el lugar, para conocerlo mejor. Cerca del restaurante Bellavista (en donde comí) hay dos albercas, abajo están unas canchas de voleibol y basquetbol, además del gimnasio; a un costado está una clase de auditorio donde están presentando un espectáculo para niños. Al continuar mi recorrido, llego a la playa. Aunque hoy no haya podido nadar, puedo disfrutar de la arena sin quemarme los pies; por un momento pensé en quitarme las sandalias, pero no lo hice por los cangrejos que salen por las noches (son pequeños, aunque no quiero pisar ninguno).

Apenas doy unos pasos, cuando lo veo. Ahí está el chico rubio que ha ocupado mis pensamientos, con unas bermudas y una playera que deja al descubierto sus musculosos brazos. Creo que estoy babeando.

Me acerco, está de espalda y parece no notar mi presencia. Comienza a caminar hacia atrás y puedo sentir la sonrisa en su rostro, su cabeza está hecha hacia atrás como si mirara el cielo nocturno. Sin embargo, de alguna manera tropieza, reacciono rápidamente y lo atrapo, su espalda contra mi pecho.

- Te tengo -susurro.

Él gira su rostro y nuestros ojos se encuentran. Si la primera vez que lo vi se veía hermoso, bajo el brillo de la luna luce precioso.

- Oh, gra-gracias -tartamudea.

- No hay de qué.

Le sonrió, y aunque no quisiera, se separa de mí. Extiende su mano frente a mí.

- Mi nombre es Newt.

Estrecho su mano.

- Thomas.

- Un gusto conocerte, -lleva el dorso de mi mano a sus labios- Tommy.

¿Acaba de llamarme Tommy? ¿Y acaba de besar mi mano? Debo estar rojo como tomate, suelen darseme mal las muestras de afectó.

- Igualmente.

Nos quedamos en silencio, tan solo viéndonos a los ojos y sonriendo, Newt aún sostiene mi mano. No obstante, el agua fría del mar moja nuestros pies y rompe el momento. Saltamos por el repentino cambio y reímos, lástima que el rubio soltó mi mano.

- Creo que la marea está subiendo -dice.

- Sí. -una sonrisa tímida aparece en mis labios, lo cual es bastante raro en mí- ¿Te gustaría seguir caminando conmigo?

- Claro.

Nos enjuagamos los pies en las regaderas que están en la orilla antes de entrar a la playa, y seguimos caminando.

- Y dime, -decidí hacer algo de conversación- ¿qué te trae por aquí?

- Pues desde hace tiempo quería hacer un viaje para mí, sin compañía de amigos ni familia; y hasta ahora ahorré el dinero suficiente para venir.

Asiento, tratando de enfocar mi vista en algo que no fuera él, no quiero parecer un psicópata.

- ¿Y tú? -preguntó.

- ¿Yo? -miro hacia enfrente pero siento como asiente- Pues, era demasiada presión en el trabajo, y como necesitaba un descanso estoy aquí.

- Me alegra que lo estés -susurra.

Me atrevo a mirarlo, y tiene las mejillas sonrojadas.

- A mí también, Newt.

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Tras las horas, pudimos tener conversaciones más fluidas, y tomamos confianza.

- ¡Wow! -dice mirando el reloj en su muñeca- Son las 11:39.

- ¿En serio?

- Sí -contestó entre risas- creo que perdimos la noción del tiempo.

Perdí la noción de todo lo que no fueras tú.

- Deberíamos volver, ¿no es así?

- Sinceramente, no quisiera, pero no queremos quedarnos sin transporte.

- Tienes razón.

Nos levantamos de las sillas y nos dirigimos a la parada cerca del lobby (recepción) y nos formamos donde nos correspondía a cada uno.

Éramos los únicos, así que en cuanto llegó el carrito, Newt se subió y me hizo una señal para que me sentara a su lado, con una sonrisa lo hice.

Cuando llegamos a Montaña, sentía que una ligera tristeza aparecía. Newt había llegado a si destino, y ahora tendríamos que separarnos.

¿Qué pasará ahora? ¿Dejaríamos de hablarnos? ¿Ya no lo volvería a ver? ¿Solo había sido algo de esta noche? Espero que no, quiero seguir viéndolo.

Quitó la barrita de metal, la volvió a colocar y se recargó en ella.

- ¿Nos vemos mañana, Tommy?

- Claro -la sonrisa volvió a florecer en mi rostro.

- ¿En el lobby a las 9 para desayunar?

- Por supuesto.

- Muy bien. Hasta entonces.

Antes de que pudiera decir algo, Newt besó mi mejilla y se fue corriendo. Toqué delicadamente mi mejilla, aún sintiendo los labios del rubio, y así llegué hasta mi habitación.

A trip and a stranger (Newtmas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora