Desde la ventana de mi habitación veo el faro, era golpeado una y otra vez por las grandes olas que se forman por el viento y la mar; el sonido del viento parecía convertirse en una melodía desconocida, no era el silbido de siempre.
- Suelen gustarme las noches de tormenta, será por eso que la describo y pienso así. - Pensé.
De pronto un llanto ahogado en el pasadizo al cual no pude evitar tener que ir a socorrer.
- ¿Quién era?. - Era Jane llorando por Natalia; mi hermana melliza, murió ahogada en el muelle hace dos veranos atrás.
- ¿Jane, estas bien?. - Pregunte al salir de mi habitación.
- ¡Dejame tranquila, regresa donde estabas!. - Respondió mirándome con rabia.
- Lo haré, donde nadie me conozca; no lo hice antes por papá, no lo habría soportado pero ahora si podrá con ello. - Respondí con dureza y frialdad, mirándole a los ojos y enfrentándola, gire en dirección a mi habitación y al entrar a ella azoté la puerta de tal forma que se escuchó en la primera planta por completo. Camine hacia la ventana y la abrí difícilmente por el viento que la golpeaba y alborotaba todo sin dirección, de pronto golpeó mi rostro y hubo un momento confuso en mí.
- ¿ Quién me extrañaría ?, sólo papá; amigos muy pocos, si es un amigo el que te critica en todo. - Pensé mientras veía como las olas golpeaban fuertemente al faro, una fuerte briza me sacó de mis pensamientos haciendo que cerrara la ventana de un golpe, era como si de pronto la tormenta hubiera evitado una desgracia... Nunca sabré si hubiera tenido el valor de saltar.
Cogí de mi armario mi pijama preferido, el verde limón; de pronto papá golpea la puerta, tiene por costumbre siempre darme las " buenas noches ".- ¡Papá pasa, estoy visible!. - Al entrar tenía una sonrisa en el rostro, siempre sonreía para mi.
- ¿Cariño que pasó hace unos momentos con Jane?. - Pregunto pero esta vez su rostro ya no tenía esa sonrisa, estaba calmado esperando una respuesta razonable.
Aclare mi voz antes de hablar. - Lloraba, fui a verla, dijo que me largara; no supera aún lo de Natalia, ella desearía que hubiera muerto yo y no Natalia. - Dije con voz más delgada cada vez, según hablaba parecía que alguien presionaba mi garganta y cortaba el aire, tenía los ojos húmedos y brillantes pero no caían lágrimas.
- Te dije razonable. - Contestó él con una sonrisa de lado, se acercó y me abrazo.
- No sabes que todo trato con tu madre es muy difícil... Princesa, ten paciencia. - Dijo y luego suspiró profundamente.
- No quiero lágrimas, quiero que seas felíz y que hagas lo que te hace felíz. - Dijo mientras salía de mi habitación.
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Desperté, no tenía ganas de bajar a desayunar, recordé que vería a Jane y eso arruinaría el buen sabor de mis cereales con yogurt.
Doy un salto de la cama, minutos después estoy duchada, vestida y en camino al comedor; de pronto escucho dos voces que discutían, eran las de papá y Jane.
- Ojalá no sea nada serio. - Pensé, ya que Jane es voluble como el tiempo y papá es tan calmado como una brisa de verano.
- ¡Princesa! ¡¿Si ya estas aquí?!. - Me dijo papá sonriendo cuando entre al comedor y al mismo tiempo que servía café en su taza. Jane untaba mantequilla en su pan, me miró y siguió haciendo lo mismo como sino existiera.
- ¡Buenos días, papá!. - Dije mientras me sentaba a la mesa, serví un vaso de zumo de maracayá, cogí una tostada y empecé a comer lo más rápido que pude.
- ¿Porqué tanta prisa?, ¿Tienes algo importante planeado?. - Me preguntó Jane sin girar a mirarme.
Al escucharla quería decirle : - "mi plan es irme lejos de ti" - ... Pero no podía, me dije a mi misma. - Luisi, cálmate, no respondas. -
Jane me miró fijamente, daba la impresión de haberme leído la mente o tan sólo estaba cansada de mi como tanto como yo de ella y empezó a gritar. - ¡Veté, eres una molestia! ¡Debías haber sido tú y no ella!.
- ¡Callate Jane! ¡He dicho que te calles! ¡Basta, he dicho! - Gritaba papá a Jane, de pronto sólo tenía voces confusas, en la cabeza, sentía las piernas débiles y me derrumbe.
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Abrí los ojos y me encontraba en mi habitación, recostada en mí cama y ya me sentía mejor.
- ¡Luisi! ¡Princesa! ¡¿Estás bien ?¡. - Me decía una voz familiar, mientras sentía golpesitos en el rostro; abrí los ojos y vi que era papá el de la voz familiar y el de los golpesitos y sentí tranquilidad. De pronto le abraze fuertemente y al mismo tiempo le decia. - ¡Te quiero, perdoname por favor!. -
- ¿Qué dices princesa? -. Dijo mientras me miraba tiernamente.
Jane estaba de pie a lado de la puerta, me miraba asustada, estaba pálida, le temblaba el cuerpo. - ¿Éstas bien?. - Pregunto con su voz hecha un hilo.
No sabía que responder, seguí mirando a papá, intente ponerme en pie sin saber aún que decir y lo mejor que se me ocurrió decir fue. - Papá, estoy cansada dejenme descansar. ¿Te parece si mañana hablamos?. -
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Besos, Lu.