Empecé a caminar, como ya dije, conocía a casi todos los que estudiarían en mi salón, ¿Cómo? Bueno una amiga que estudiaba en mi anterior colegio hizo su fiesta de cumpleaños y ahí nos hicimos amigos. Trataba de recordar aquellas personas para ver si encontraba alguna de ellas, revisé mi celular a ver si Melissa tenia un poco de amabilidad y no me dejaría acá sola sin por lo menos mandarme un mensaje de que no vendría. Nada, absolutamente nada. Suspire y seguí buscando a alguien y ¡Al fin, una cara conocida! Ahora el problema era que no recordaba el nombre de aquella chica, así que me acerqué a el grupo donde estaba a ver si me rocordaba.
-¡Tu! ¡Yo te conozco!- grité, la cara de esa muchacha fue todo un poema, pero que más podía hacer.
-¿Si?- dijo ella confundida, se detuvo a pensarlo un momento- ¡Cierto! ¿Eres una de las amigas de Amanda no?
-¡Si!- dije aliviada por ser reconocida- Tu eres Sofía ¿No?
-¡Si!- afirmó y yo agradecí no haberme equivocado- ¿Sarah cierto?- preguntó
-Así es- respondí. Sofia era de verdad agradable, me presentó a los demás, bueno, me los recordó. Sonó el timbre de entrada y caminamos hacia el patio de adentró para poder ponernos en fila y entrar a nuestros respectivos salones.
Me senté en uno de los pupitres del medio, ni tan adelante ni tan atrás, junto a una columna del salón. Entro un profesor realmente simpático pero se le notaba desde cualquier punto que era gay, me agrada; nos dió nuestros horarios y preguntó quienes eran los alumnos nuevos, hasta ahora era solo yo porque Melissa, tan tierna ella, no quiso venir.
-Bueno señorita Sarah Ocampo, cuenteme de usted.
- Bueno, mi nombre es Sarah Ocampo, como ustedes ya saben, tengo 16 años, soy hija única y... eso es todo.- dije sin saber que más decir, o sea, si a ver vamos a nadie le interesa.
-Bienvenida a la Academia O'Connor- dijo aquel profesor, di una falsa sonrisa y me senté.
El profesor empezó a hablar y hablar sobre el primer día, hacer amigos y todas esas cosas que suelen decir para que uno se sienta bien. Me acomodé en el pupitre y sentí que se cayó mi cartuchera, tristemente cayó abierta, todos mis lapices y bolígrafos se regaron en el piso y por lo tanto tuve que sentarme en el a recogerlos.
-Te ayudo- escuche una voz, era de un chico, al subir la mirada era un chico rubio, vaya chico rubio era realmente lindo y... ¡No! No, dije que esto no iba a ser una estúpida historia cliché. Era un chico rubio, un simple chico rubio.
-Gracias
-Soy Andrés- dijo
- Soy Sarah
-Si, ya el marica se encargó de que todos supieran tu nombre- sonrío y yo reí un poco.
Me asomé hacia abajo viendo el piso a ver si alguno de mis lapices seguía en el y así era, me incliné hacia la columna y me sostuve de ella para no caerme, estiré mi brazo lo más que pude y al fin logré tomarlo. Me agarré de la columna para poderme colocar bien en mi pupitre y me quede viendo algo que estaba pegado en una esquina de ella; era una especie de símbolo, era parecido a un pez subiendo un árbol, extraño, me fije de nuevo y tenia un número abajo 755-43-34, interesante, realmente interesante.
Me acomodé para así poder seguir escuchando la clase y sonó el timbre del receso. Me levanté y como vi que Sofía estaba con sus amigas y ya estaba lejos no intente acercarme. Recordé que desde antes ya era amiga de alguien que estudiara ahí, esa era mi amiga Amanda, la cual también estaba con sus amigas pero estaba cerca y definitivamente sentarme con Andrés y su combo no era una opción.
-Hola Amanda-saludé
-¡Sara! Que bueno verte, siento no haberte saludado ante solo que no te vi al entrar- sonrió amable- ¡Oh! Ella es Camila, es una buena amiga- dijo Amanda
-Camila, un gusto- dijo mientras estrechábamos manos.
-¡Amanda, Camila, que esperan!- escuché una chica gritando y fruncí el ceño, volteé a ver y eran dos muchachas, una morena y una rubia, parecían mucho mayores pero igual estaban en este mismo salón.
-¿Vienes?- dijo Amanda un tanto insegura.
-¡Claro!- respondí, igual no es que tenga otra opción.
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Caminamos por el patio Amanda, Camila, las otras dos chicas y yo, luego fuimos y nos sentamos en una mesa.
-No me van a creer, de verdad las mejores vacaciones de mi vida, saben que fui un hotel y había el muchacho más sexy que se puedan imaginar. Entonces fuimos a comer, luego caminamos, me empezó a besar y nos metimos en uno de los cuartos de servicio, podrán imaginar que bueno lo que pasó después- dijo la chica morena la cual se empezó a reír con la rubia, mientras que Camila y Amanda solo las veían.
Las dos chicas empezaron a hablar de sus amores veraniegos, tantos que perdí la cuenta y eso que hablaban solo de los de este verano. Amanda y Camila eran buenas chicas, no comprendía como se juntaban con ellas.
Ya me estaba hartando de las dos niñitas zorritas, si zorritas, eso es lo que son. Es decir, que yo sepa la que anda con más de uno eso es, definitivamente no podre lidiar con ellas. Siguieron hablando hasta que se dieron cuenta que eran las únicas que estaban interactuando en la conversación, la morena nos miró detenidamente y sonrió.
- Y tu nueva, ¿Qué hubo de interesante en tu verano?- dijo
- Nada- dije modesta y di una sonrisa falsa. No mentía del todo, hubo algo, pero no al nivel de ellas.Igual no tendría porque contárselos, no las conozco.
-Aburrida- dijo la rubia por lo bajo y empezó a reírse- Vi que Andrés te habló
-Si- respondí
-Y... ¿Te interesa?- preguntó levantando una ceja
-Es lindo pero nada que ver- respondí rápidamente
-Si quieres con él podemos ayudarte- dijo mirando a la morena-podríamos meterlos a los dos en el cuarto de servicio y... ya sabes, ver que pasa- dijo ambas empezaron a reírse.
- Am no, no soy así, como otras personas- dije viéndolas a ambas fijamente, si lo dije con toda la intención- No caigo tan bajo.
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Academia O'Connor
Novela JuvenilLa Academia O'Connor, siempre he querido estudiar ahí, trabajé duro para entrar y lo logré. Todos saben de esta escuela, pero dicen que no es lo que parece, te hace cambiar. Hace que la frase "Las personas son como la luna, una parte de ellas siemp...