Sabía que al menos por este año no habría manera de dejarnos de ver y eso me hacía feliz, sin embargo mis ganas de besarla crecían más al momento de observarla.
Esta noche eran visibles las estrellas como pocas veces, poca luz titilando al ritmo de la música que a su vez tenía el máximo volumen, yo miraba mi copa de coctel casi desocupada mientras pensaba en cómo se vería ella esta noche.
La vi asomarse por la puerta, sentí que la música se detuvo en ese instante vi una luz fluorescente exactamente señalando hacia donde ella se encontraba.
¡Dios! ¡Que hermosa!; su cara delgada y siempre tan angelical había entorpecido mis sentidos, sus ojos siempre tan bellos, y esta vez su cabello largo estaba ligeramente lacio y organizado, sus labios lucían más rosados que siempre y su hermosa sonrisa sobresalía, tenía un vestido de un color pastel contrario a su forma de ser y este hacia que resaltara su hermosa figura, era brutal parecía un ángel.
En un abrir y cerrar de ojos su mirada estaba puesta en mí, tratando de hacer evidente el amor que aún nos unía, al verla pensé en cuán estúpido y cobarde había sido haberle dejado ir de mi vida, me sentía ridículo y poco hombre por haberle destruido el alma a un ángel como ella, me causo rabia y nostalgia verla tan hermosa esta noche.