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- Día 23 -

Luna, hoy mi mama decidió pasar el día en casa.

Es algo extraño verla aquí, su trabajo demanda su presencia a toda hora, haciendo que su tiempo en casa sea poco.

Decidió limpiar la cocina ella sola. Al verla ahí, me di cuenta que tenía mucho tiempo sin ver a mi mamá haciendo quehaceres. Estaba limpiando los estantes que yo no suelo limpiar; ella es más quisquillosa en esa parte.

—Mamá, ¿necesitas ayuda? —le pregunté.

—No querida, tranquila —dijo, dándome la espalda mientras limpiaba uno de los estantes.

—Pero, dime ¿qué puedo hacer para ayudarte? —le volví a preguntar.

—Amalía, dije que tranquila, yo puedo sola.

—Pero, mamá... —protesté.

—Amalía, dije que no. Ya basta, ve a tu cuarto a dormir, o hacer cualquier cosa —gritó, sin verme ni siquiera a la cara.

Me quedé en silencio, viendo como su espalda se movía por su respiración rápida.

Ella se volteó y se disculpó, me dijo que ella podía sola con eso, que no me preocupara. También me dijo que estaba estresada por un trabajo que debe terminar, y que no era su intención gritarme así. Me prometió que para la cena pediría una pizza, que así podríamos cenar juntas para hablar.

Me fui a mi cuarto, cerré la puerta y me quedé leyendo el libro junto a ti. Pasaron las horas, y mi mamá nunca me llamó. A las nueve fui a ver si aún estaba despierta, bajé a la cocina y conseguí una caja de pizza, y arriba una nota que decía:

«Mi amor, tuve que acostarme temprano, otro día comemos juntas. Con amor, mamá.»

Comí, mientras leía la nota. Sé que ella está pasando por un momento difícil, no saber cómo hablarle a tu propia hija, es algo muy duro que ninguna madre debería vivir.

—Perdóname, mama —dije, mientras depositaba un beso en la nota que me había dejado.

Guardé el resto, y subí a mi habitación. En el camino, pase frente a la habitación de mi mama, y escuché su televisor encendido, pero al fondo oí un ligero llanto. Era ella, era mi mamá llorando.

Duele mucho cuando tus acciones, hacen que se desencadenen tantos desastres, como si estos fueran piezas dominó, que caen uno tras otro hasta llegar a su propio fin. Solo espero que las piezas dejen de caer y me dé chance de levantar a quienes han sufrido con esto.

Ay Luna, si me dieran la oportunidad de evitar todo esto, sin dudarlo lo haría.  

150 días juntas y una vida sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora