Conociéndote.

52 2 0
                                    


Este es uno de esos casos, de esas primeras veces en las que ves a alguien y parece no tener importancia alguna. Y de lo cual te das cuenta mucho después que estabas en un completo error.
Ahí, ahí te vi.
*Día no recordado de un mes olvidado. Año 2010.*
-A ver, lacras inservibles, -afectuosa como siempre- les presento a su nueva compañera. Es menor que ustedes, por lo cual espero la traten con un poco mas de paciencia y le enseñen cómo está la movida por acá.- Dijo la entrenadora. Una pequeña señora de apenas un metro con cincuenta centímetros de estatura, de rubia cabellera y ojos extremadamente saltones. Goza realmente de hablarnos "rudo" al estilo gánster. Según ella, nos forja para estar "agresivas" en cancha, cuando en realidad lo único que consigue de nosotras, es risa demasiado bien disimulada para evitarnos un castigo que finalice en vómito. Para nosotros es la guía del equipo; para las demás personas, una simple funcionaria del gobierno, cuya pasión es el baloncesto pero sus padres no la dejaron dedicarse a mencionado deporte y terminó siendo una exitosa abogada.
Escanear con los ojos a esa pequeña con mirada aterrada a mas no poder. Marie, con entonación "Marí", según ella. Una niña de apenas 13 años. Trae puesto un uniforme del miami heat, vaya, ¡Que original!, ese es posiblemente el equipo más sobrevalorado de toda la NBA.
Viene con una cola de caballo sujetada con una liga blanca a media cabeza, el cráneo liso de tanto gel y posible caspa. Bajando poco más la mirada, te topas con unas gafas que cubren, sin estar exagerando, medio rostro de la pobre. Pero bueno, algo bello tenía que tener la.desafortunada novata Marie. Debajo de dicho aparato enorme, está su perfecta y respingada nariz. Algo grande y ancha, sí, pero eso no le quita el hecho de ser preciosa. No alcanza los 155 centímetros, pero es alta para su edad.
-Oye, chiquilla, ¡Atrapalo!- alcance a oír de Marissa, mientras arrojaba el balón hacia mi cara. Marissa o Barbie, responde a cualquiera, es otra enana que conforma el equipo. Está de mas decirlo, pero el equipo de mi ciudad es el mas pequeño, en cuanto a estatura se refiere, de toda la región sur del país. - Mierda, Barbie, creo que acabas de joderme más la cabeza de lo que ya la tenía. - Y sí que ha dolido. - Ohh, venga, ¿Viste a la pollita que acaba de entrar? ¡No le doy ni un mes! - A Marissa realmente le gusta alardear por ser la capitana del equipo, sin mencionar el hobbie de molestar a todo aquel que demuestre una pizca de debilidad. -Veamos cuanto te aguanta, pequeño demonio castaño. -A ver a ver, a lavarse el culo, piltrafas. Que es hora de irse y mañana le toca a la novata su iniciación. - Y pobre chica, no sabe lo que le espera.

~La iniciación.
-Venga, venga, en parejas.- No había tenido tiempo de calentar y oír instrucciones. El día de la iniciación para la novata llegué tarde gracias al bendito trafico y a la actitud tan despistada de mi madre.

-¡CORRE, MARIE! -Venia gritándole. Y es que la muy cabeza hueca se había retrasado en la carrera que la misma entrenadora había organizado (de la cual, después supe, se trataba de una especie de quemados pero por parejas) - ¡Se me ha roto el zapato, coño! Así no puedo. - Y esas fueron las últimas palabras antes de que un balón rebotara en mi cabeza y mi peso completo cayera sobre Marie.

-¿Que pasó?- ¿Que coño había pasado? Abri los ojos y vi a las 10 compañeras restantes del equipo rodear mi cuerpo, y a Marie, culpable de dicho acto, sentada al lado mio. -Pasa que estáis castigadas. Ambas. A correr por toda la pista. 100 vueltas. ¡No!, mejor hasta que me canse de ver sus sucios rostros. ¡Corred! - agradezco al cielo no poder haber visto mi cara, pues la pobre chica ha quedado totalmente pálida. Y no por la instrucción de la entrenadora, precisamente.

Disculpadme la falta de respeto hacia ustedes. Mi nombre es Mychelle. Layla Mychelle, pero prefiero el segundo ya que el primero, según un ex-compañero de clases, perteneció a una famosa bailarina exótica que fue conocida en la capital del estado y como cualquier persona, fama de eso no quiero tener. Sin ofender a quienes tienen ese oficio, claro. Soy defensa del equipo de baloncesto de la ciudad. Atrás de todo y golpeando a quien intente pisar mi terreno.

-Podéis detenerse, pero a partir de ahora, sepan que cuando digo que quiero que corran, ¡Es que corran! - Las ultimas palabras parecieron soltadas en una cueva por el eco que producieron en mi cabeza. Y es que de tantas vueltas, de milagro no había devuelto la comida de esta tarde.

Me dirigí a los cambiadores, un lugar oscuro donde mis tenis, mi mochila y por supuesto, mi reflejo en los espejos me acompañan. -Eh, disculpa, ¿Estás bien? -Su jodida voz. -Sí. - Y me di la vuelta hacia la puerta, saliendo como toda una diva.

Pasaron meses en los que no volvimos a saber de Marie, en los cuales me sentí culpable por cómo la traté, cuando en realidad su culpa no fue.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 20, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mi primer amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora