Capítulo 2: Revelaciones

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Tras el incidente del bosque, ni Chujit ni mucho menos Shino querían hablar del tema. Conversábamos intentando recuperar la normalidad, pero ya no era igual. El suceso nos había cambiado, al menos a mi amiga y a mí. Shino, por su parte, resultaba esquivo. Sabía la verdad pero no quería contarla. Tanto misterio hacía que mi interés creciera a pasos de gigante.

Tenía que saber la verdad. Y la sabría. Abordaría a Shino en cuanto tuviera la oportunidad y le interrogaría.

Tuve que esperar una semana para encontrar el momento, aunque fuera por casualidad.

Había intentado conversar con él en 3 ocasiones durante la semana, sin éxito. Entonces decidí ir al bosque una mañana. Quizás el cuerpo de la bestia me revelara más información de la que sabía, o quizás me encontrara con otra bestia. Me llegó este último pensamiento tras oir el crujir de las ramas a mis espaldas.

Me giré esperando encontrarme con algo. Ni rastro de vida a mi alrededor. Otro suceso atrajo mi atención: voces. Voces que no podía llegar a entender se dibujaban al fondo.

Seguí las voces hasta que me topé con ellas de frente. Vi a Shino, como ausente,  hablando solo frente a un árbol. Rápidamente me escondí, esperando encontrar esas respuestas en sus palabras. Tardé unos segundos en agudizar el oído.

-...y entoncés cayó. El Tesuto cayó al suelo... Esa flor es otra Muzai, estoy seguro. Si mal no recuerdo la cogió él... Debemos protegerlo y ocultarlo antes de que ellos se enteren, o de lo contrario podríamos estar en peligro.

Shino volvió en sí, miró al frente y, tras un cegador relámpago, desapareció.

Me quedé estupefacto. "¿Tesuto? ¿Se referirá a la pantera?", pensé para mis adentros. ¿Y estaban hablando de mí y de la rosa...?

-No deberias estar aquí, podrías volver a ser atacado por una bestia-. afirmó una voz segura tras de mí. El sabio Nureta fue el que articuló esas palabras.

-¡Venerable sabio! ¿Qué hace usted aquí?

-Todas las mañanas salgo a dar un paseo por el bosque. Ambos sabemos que mi final está cerca, así que pretendo disfrutar de él, pues es hermoso si sabes apreciar cada palabra que el viento susurra, y cada animal que te observa al pasar-. Hizo una pausa. -En cambio a tí, ¿qué te ha traído hasta aquí, pequeño?

No podía confersarle la verdad. Debía decir una excusa que sonara convicente.

-Vine a..

-¿Shino, verdad? Ese chico no sabe guardar un secreto-. Se rió con ganas. -Me contó el incidente del otro día -hizo una pausa- Bueno, visto que ya te sabes el principio de la historia, yo mismo podría aclararte tus dudas. Pero ¿quién mejor que el culpable de tu interés para hacerlo?

Entonces Shino apareció al lado del sabio. Todo esto me descolocó un poco.

-¿Pero qué...?- fueron las únicas palabras que pude articular.

-Tesuto es el nombre que reciben los protectores de una Muzai. Hablando claro, los guardianes de un tipo de armas especiales y milenarias, en las cuales late un poder enorme tan solo al alcance y soporte de unos elegidos. Yo soy uno de ellos, y por lo que pude comprobar, tú también.

-¿Yo? ¿Y cuál es mi arma entonces?

-Lo sabes perfectamente.

Metí la mano en mi bolsillo y descubrí la rosa de aquel día. La desenvolví y me quedé mirando fijamente a la flor. Luego, eché una mirada a mis dos reveladores buscando la explicación. No tardó en llegar, esta vez de parte del sabio.

-Shino posée al Lirio Blanco, y tú posees a la Rosa, Bara. La Rosa te ha elegido como su portador y tienes que aceptarla. Empapaste la rosa con tu sangre, el destino quiso que te ligaras a ella de forma repentina. Tan solo déjala fluir en tí, y habrás dado el último paso de tu humilde vida, y el primero como Portador.

Cerré los ojos y concentré los sentidos en la Rosa. Noté como lentamente ascendía por mi mano derecha y luego por mi brazo. Entonces sentí una presión en el pecho que a punto estuvo de hacerme estallar. El poder de la Muzai me estaba dando la bienvenida. Tardó unos instantes, hasta que por fín terminó. Abrí los ojos.

Mi brazo derecho brillaba con un color rojo rosáceo, pétalos flotaban alrededor y me oprimía con una gran fuerza la muñeca y el brazo entero.

-Esa Muzai es la más rara que he visto -dijo el sabio- parece que se funde con tu brazo. Tendrás que adaptarte a ella y entrenar, para poder afrontar los peligros que se avecinan. Te podría al corriente, pero...

Le corté con un grito de dolor. La Muzai se descontrolaba por momentos. Habían seguido ascendiendo las raíces y me habían cogido el hombro y me estaba invadiendo el pecho.

-¡Mierda, el sello! ¡No le hemos puesto el sello!- dijo Shino.

-Sin él, no puede controlar el inmenso poder de una Muzai al máximo -las palabras del sabio me asustaron.

Mi brazo derecho se vio imbuido en la Muzai, y con gran velocidad y fuerza, describió una parabola de izquierda a derecha, a la vez que pétalos salían a velocidad de vértigo de mi mano y se clavaban en los árboles como estacas. Cierta cantidad de esos pétalos impactaron en Shino, y gran cantidad lo rozaron.

Shino se abalanzó sobre mi, usando su Muzai. Pero fue en vano, pues del suelo surgieron letales tallos con espinas tan gordos como el tronco de un árbol, y se movieron hacia Shino y Nureta. Atravesó una de ellas al anciano por el pecho creándole una herida aparentemente mortal y clavándolo a un árbol. Por su parte, Shino intentó esquivarlas como pudo, y aquellas de las que no fue capaz de librarse, las cortó con su espada. Después, su brazo voló hacia mí y me golpeó con una fuerza que hubiera tumbado a un elefante. Tal fue dicha fuerza, que atravesé un árbol y terminé tendido en el suelo medio muerto y desorientado.

Shino liberó a Nureta de su prisión de espinas. El anciano, aunque consciente, a duras penas podía moverse. Las espinas lo habían atravesado completamente.

Mis ojos podían ver, aunque de forma borrosa. El golpe me había impactado de lleno y no podría mantenerme consciente por mucho tiempo.

-Espere, le haré un torniquete -djo Shino al sabio, mientras se arrancaba un trozo de tela de su camiseta y le tapó la herida al anciano. Sentó al herido de espaldas a un árbol, y se acercó a mi lentamente.

-Anciano, tenemos que ponerle un sello. Aún no esta preparado para controlar el 100% de la Muzai.- El anciano asintió levemente.

-No te preocupes -dijo con tono tranquilizador Shino- te pondremos un sello que te permitirá usar entre el 10% y el 50% de tu poder hasta que estes preparado. Entonces te liberaremos de él. No dolerá, tranquilo.

-Vamos a mi casa -propuso el sabio- allí tengo un sello lo suficientemente potente como para frenar a la Rosa.

Shino y el anciano siguieron hablando, sin poder entender lo que decían, pues un pitido en el oído evitaba que pudiera oír más allá de unos leves ruidos. Se me nubló la vista, mi respiración se ralentizó y en algún momento, me desmayé.

Lo que había empezado como un día más, se había convertido en una pesadilla. O quizás un sueño. Era al fin y al cabo una aventura.

Pero males más peligrosos estaban a punto de caer sobre nosotros. Recordé un suceso que en ese momento no me pareció determinante, pues se vio eclipsado por el hecho de haber estado más cerca de la muerte que nunca, pero que tendría más relevancia de la que nadie hubiera pensado.

Esa misma semana, era mi 14º cumpleaños.

Bara Kuro: Leyenda de una rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora