Capítulo 4: Punto y Aparte

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29 de Enero. El día en que todo cambiaría, y por suerte o por desgracia, nos haría darnos de bruces con la realidad.

El día comenzó como el anterior. Me desperté temprano, me aseé rápidamente y tomé el desayuno con cierta soltura. Tras ello, salí al patio con la idea de entrenar, pero el sabio me detuvo a mis espaldas.

-Bara, ven conmigo -me dijo con voz baja y respiración forzada un desmejorado Nureta.

Mi guía se frenó en medio de un pasillo aparentemente igual al resto.

-Aquí es... -Nureta tosió muy escandalosamente. Después, pronunció unas palabras que no llegué a comprender:

Himitsu no tobira o hirakimasu,

Atarashī densetsu ga umaremasu.

Tras estas palabras, una rectancular puerta brilló y se visualizó en la pared, abriéndose por la mitad y escondiéndose en los laterales de la misma.

-Acompáñame, chico...

Nureta se movió torpemente hasta el centro de la sala. Tan sólo había un cofre de madera antigua, la cual se notaba carcomida por el tiempo. El sabio sacó entonces una llave de su bolsillo, pero no pudo usarla, pues comenzó a temblar de forma muy violenta y a respirar muy fuerte.

-Sabio, ¿está bien...?

Entonces el humilde anciano se desplomó en el suelo.

-¡No, venerable sabio...!

-Hijo, toma esta llave. Abre el cofre... y coge lo que hay dentro. Solo tú lo puedes usar... Es crucial para que os salvéis... Nunca... Lo pierdas...

Tras estas últimas palabras, Nureta cerró los ojos. Su mano dejó de apretar a la mía. Su respiración se volvió amplia y lenta, hasta que, finalmente, cesó.

No pude contener las lágrimas. Sollocé en silencio un buen rato. Era nuestra mayor ayuda, y un hombre muy bueno. Salvó la vida de Shino e incluso la mía, pues de no ser por su hospitalidad, me habría descontrolado y las cosas no serian igual.

Me volvía a sentir solo. Solo en una aventura que ahora carecía de líder. Shino y yo no podíamos valernos solos. Sin el sabio, estábamos perdidos.

Después de desahogarme por la fatal pérdida que había tenido lugar, agarré la llave con fuerza. ¿Qué tan importante era su interior...?

Con los ojos aún empapados en lágrimas de pesar, abrí el misterioso cofre.

Un montón de polvo envolvió la habitación, haciéndome toser varias veces. Cuando este se disipó, pude ver su interior. Un pequeño trozo de tela circular se hallaba posado en medio del mismo, acompañado de una nota amarillenta.

Agarré la nota, y la leÍ para mis adentros:

"Si estás leyendo esto, es que eres el siguiente de una lista de legendarios guerreros que marcaron la historia de este mundo. Lo que se encuentra en el cofre es un BCM. Úsalo sabiamente. Contamos contigo."

-¿Un BCM...? ¿Qué es eso?

Solté la nota y agarré el trozo de cuero del interior del cofre. Tenía un pequeño broche plateado circular en el medio. Intenté colocarmela en la muñeca, a modo de pulsera.

-No es una pulsera -me dije.

Su forma no encajaba. Era demasiado ovalada y estrecha. Fue entonces cuando me la coloqué en la mano, rodeando los dedos a excepción de mi pulgar, por debajo de los nudillos, y quedando ligeramente diagonal, conectando palma y envés.

Inesperadamente, mi Muzai pareció reaccionar al BCM. Un brillo rojo rodeó mi brazo y lentamente, el nuevo aparato se recolocó solo, quedando el broche en el centro de mi palma, agarrándose con fuerza a mi mano y creando un trozo nuevo de cuero, el cual nació de la palma, se deslizó bajo mi dedo pulgar y se unió al trozo del envés, quedando bien sujeto.

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⏰ Última actualización: Aug 23, 2015 ⏰

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Bara Kuro: Leyenda de una rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora