Mil y un motivos por las cuales debes prestar atención a la clase de Lectura #3

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Pequeñas e insignificantes motas blancas adornaban sus delgadas manos, que en movimiento, seguían un ritmo inexistentemente embellecedor, y su voz, añadía la melodía precisa para seducir a la multitud, entre ellas una ingenua y torpe chica. ¿Quién era ella para negarse a descomunal placer?

Está bien no estar bienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora