capítulo 1.

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No me lo podía creer, esta mañana habían anunciado en la tele las personas que iban a concursar este año y entre ellas estaba yo. Los concursantes son escogidos en un sorteo una semana antes de que empiece el juego.

Mi madre estaba lavando los platos y cuando lo oyó se le cayó uno al suelo y se le rompió. Yo, mi padre y mi hermana pequeña estábamos sentados en la mesa acabando de comer y yo casi me atraganto con un trozo de carne cuando lo he oído. No podía ser que me fuera a apasar esto a mi. Se me empezaron a aflojar las piernas y mis pulsaciones se volvieron irregulares. Quería creer que todo era un error pero ahi estaba la lista de los concursantes y entre ellos estaba yo.

Mi padre era herrero y aunque podía mantener a nuestra familia comodamente yo siempre le ayudaba cazando en el bosque algo de comer para guardar algo de dinero para algunos caprichos.

Para cazar solía usar un arco viejo que había pasado de mi padre a mi y antes de mi abuelo a mi padre. Hoy justo había conseguido cazar un jabalí con una trampa que me había enseñado mi padre ya que él venía conmigo a cazar todos los domingos y siempre me enseñaba algo nuevo.

Por suerte para el concurso te dejan llevar armas, provisiones y algún material de supervivencia aunque luego allí hay una cabaña donde hay un montón de cosas nuevas y mejoradas que no hay en ninguno de los dos districtos, ya que los crean en la capital. La pega es que no puede pasar de los 10kg y no se puede llevar de casa ningún arma parecida a una pistola o más moderno.

Yo no estaba preparado para ir a los juegos y sabía que por mucho que lo intentara iba a morir. Aunque una pequeña esperanza surgía de dentro de mi, podía ser que este año, por primera vez en 10 años ganara South Sydney.

Cuando acabé de cenar me dirigí a mi habitación, cogí mi viejo arco y salí a dar una vuelta. Mis padres me gritaron y me llamaron mil veces pero yo no les hice caso, no podía pensar con claridad, necesitaba estar sólo.

Salí de casa sin decirle nada a nadie y me dirigí hacia un pequeño parque abandonado en el norte de la ciudad. Este es perfecto para lo que yo quería ya que nadie va allí porque está cerca de la valla que separa la capital del districto. Ya que esta está electrificada para qur la gente no se meta en la capital y la asalte. Lo conocí hace un par de años cuando mi padre me trajo y me dijo que de pequeño solía venir aquí cuando estaba triste. Y desde aquella es mi lugar favorito.

Mientras caminaba no podía parar de pensar en la mala suerte que había tenido. Este era mi fin. Durante el paseo primero pense en que material iba necesitar y luego al final después de tanto pensar me di cuenta de que usara lo que usara no íbamos a ganar así que empecé a pensar en como podría suicidarme.

El parque estaba desierto como siempre. En él solo había un par de columpios de los cuales uno estaba roto y un pequeño tobogán oxidado.

El aire era fresco y las ojas de varios colores de los árboles estaban empezando a caer para adornar el suelo verde.

Al final me decidí y cogí un cuchillo que tenía sujeto al cinturón y lo puse enfrente de mi pecho con la punta apuntando hacia el corazón. Los brazos los tenía como gelatina igual que las piernas y no podía apuntar bien pero al final cogí valor.

Y en ese justo instante en el que lo iba hacer oí uma voz femenina que decía:

No lo hagas Jack, no pierdas la esperanza.

Cuando me giré logre ver de quien era la voz. Era de Annie. Una compañera de clase y si no recordaba mal ella también estaba nominada a participar.

-No lo hagas, detente, no merece la pena- decía gritando mientras se acercaba a mi.

Tenía el pelo negro y largo y los ojos azules. La verdad es que yo no era muy popular en el colegio y ella apesar de que era de familia rica siempre me había tratado bien y me había ayudado. Aunque yo nunca la había considerado nunca una amiga, de hecho no tenía amigos.

-No lo hagas, tienes que tener fe, alomejor este año lo conseguimos.
-Lo siento, pero yo no pienso como tú. Siento no ser tan optimista pero creo que no lo vamos a conseguir. Todos los años gana North Sydney ya que son más ricos y están mejor entrenados.
-Pero puede que este año cambie la cosa.
-No lo creo. Lo siento.
-Mírame- dijo ella obligándome a mirarla a los ojos- No pienso permitir que te hagas daño, ¿es que no lo entiendes?- en ese momento parecía que me iba a decir algo pero luego decidió callarse la boca y optó por decir otra cosa- No hay que perder nunca la esperanza. Yo no se tú pero yo desde luego no pienso permitir que me acobarden.

Luego, me cogió las manos, me las levantó en el aire y me dijo:

-Prometeme que no te rendiras tan fácilmente.
-Está bien, te lo prometo.

Cuando oyó eso una sonrisa se dibujo en su cara blanca y se le vino el colorete. A continuación se fue y me dejo sólo en el parque.

De allí a un rato apareció mi padre y me acompañó hasta casa. Al final no había logrado conseguir mi proposito pero eso me daba igual, y también el juego, en lo único en lo que podía pensar era en que hacía Annie allí, se supone que al ser de familia rica no debería rondar por aquellas zonas.

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