Capítulo 3. Our lies

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[Dear Slim, you still ain't called or wrote, I hope you have a chance
I ain't mad - I just think it's FUCKED UP you don't answer fans
If you didn't wanna talk to me outside your concert
you didn't have to, but you coulda signed an autograph for Matthew
That's my little brother man, he's only six years old
We waited in the blistering cold for you
four hours and you just said, "No."
That's pretty shitty man - you're like his fucking idol
He wants to be just like you man, he likes you more than I do
I ain't that mad though, I just don't like being lied to
Remember when we met in Denver - you said if I'd write you
you would write back - see I'm just like you in a way]

Pasó casi medio año para recibir una maldita respuesta que jamas llegó. Estaba desquiciándome junto a la ventana mirando de reojo cómo el cartero repartía cartas a los demás.

¿Y si le había dado mi carta a otro? Debería fisgar en otras casas para saberlo, pero ya demasiados problemas había causado a los vecinos, lo último que necesitaba era una denuncia por invasión a propiedad privada.

Mi novia empezaba a enojarse porque mi único tema de conversación era él. No lo podía sacar de mi cabeza ni un segundo, él era el eje sobre el que mi mundo giraba.

Quería golpearlo pero sabía que al verlo solo lo abrazaría. Me jodía de sobremanera que me hubiese mentido, si no iba a cumplir sus promesas jamás debió haberlas dicho en primer lugar, pero él seguía siendo mi hermano de otra madre.

Cometí el error de nombrar a Marshall sobre la mesa mientras comía con Matthew, su cara de decepción había vuelto luego de varios meses. A veces olvidaba que no solo yo había sentido el dolor de negarme un acercamiento. Yo que era mayor entendía mejor el por qué, y aún así lo culpaba; no me imaginaba lo que la mente de un niño podría maquinar al respecto.

Yo también me habría enojado si mi ídolo, mi ejemplo a seguir y el único que me mueve con su música me hubiese negado un maldito autógrafo. De hecho, ambos lo vivimos así que entendía su amargura frente a mis palabras. Ya habían pasado más de dos meses desde el evento, pero me reconfortaba saber que tenía derecho a escribir y recibir algún día mi respuesta más ansiada.

Stan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora