- ¿Qué desea tomar?
- ¿Te apetece tomar algo a ti? - aquel camionero señaló la bragueta de su pantalón.
- Imagino que una cerveza le vaya bien...
- ¿acaso no la sabes chupar bien?
- Por favor, pare.
En la mesa de en frente un joven con unos preciosos ojos azules se quedó mirando. Agaché la cabeza avergonzada por aquella situación.
Me giré en dirección a la barra, cuando noté la mano del camionero golpear mi trasero.
- ¿QUÉ COJONES ESTÁS HACIENDO?
-¿Acaso te ha molestado, furcia?
Se levantó y se puso en frente de mí, mi puño se alzó sobre su cabeza, pero este agarró mi muñeca y la empezó a apretar. Me lanzó contra el suelo.
Mi nariz chocó con el suelo y la sangre salió de ella. Levanté la cabeza y aquel joven estaba pegando una buena paliza al camionero. Bajé la cabeza, miré al suelo y cogí aire para no llorar.
- ¿Estás bien?
Me sonrió y no supe que contestarle.
- Tienes sangre en la nariz, ven que te ayudo.
Me levantó del suelo y fuimos juntos a los baños del bar.