Seguimos hablando, cada día, no mucho porque realmente no teníamos sobre qué, llegamos inclusive a mencionar Avenida Brasil para sacar charla (lo que se hace para demostrar interés al otro). En el colegio no sabíamos como mirarnos, era todo tan confuso, no sabía si sonreírle, si hablarle sin parar, si mantenerme cerca o no hacerlo. Quería encontrar una forma de llamar su atención.
Mi (nuestra) ayuda fueron Thomas y Lourdes, amigos que la vida nos dió. Nos juntaron, y al hacerlo se unieron ellos también.
Un miércoles, tarde-noche, me whatssapeaba con Lu, me mencionó algo que no me esperaba, y sonreí al leerlo: "Queres mañana estar con umi?" (Aclaración: Tomás es umi. Umi es Tomás, larga historia, pero un apodo gustoso y tierno, como él). Claro está, no dude en decir que sí. Y ahí ya me veía, un tan lindo jueves. Salí del colegio con Luli, fuimos a la vuelta del colegio, una linda esquina de una casa con un frente que deja mucho que desear, siempre con música y un buen lugar donde sentarse.
Ahí estaba, tan lindo y dulce como siempre. Me senté junto a él, nerviosa, esperando ver que reacción había de su parte. ¿Que más puedo decir que terminamos a los besos? No hay mucho que decir, había algo que tarde o temprano nos iba a unir.