Capítulo 8: ¿Te preocupas por mí?

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Capítulo 8: ¿Te preocupas por mí?

Alexa

Como siempre, iba ajetreada de un sitio a otro sin poder descansar. Estuve tan ocupada durante toda la mañana que sólo pude comer una manzana y en ese momento estaba cambiándome de ropa en el asiento de mi camioneta.

Me saqué la camiseta por encima de la cabeza y la dejé en el asiento contrario. Cuando fui a ponerme la camiseta de mi equipación de fútbol, me di cuenta de que cerca de mi coche se hallaban un par de adolescentes hormonados admirando mi bonito sujetador.

Sonreí pícaramente y les dije con un dedo que se acercaran. Ellos vacilaron, pero finalmente anduvieron hacia mi. Bajé la ventanilla con la palanca y por un milagro no me quedé con ella en la mano debido a la antigüedad de mi automóvil y el mal estado de éste. Cuando estuvieron al lado de mi ventana, me puse la camiseta de fútbol y les sonreí de nuevo.

— Como volváis a espiarme a mí o a otra cualquiera a escondidas, mandaré a que os corten las pelotas y se las den a mi gato para que juegue con ellas. ¿Entendido, pequeños pervertidos?— no quité mi sonrisa mientras hablaba, y supe que así les había intimidado más que si hubiera hablado con expresión enfadada. Ellos asintieron con los ojos bien abiertos, aterrorizados. ¿Había mencionado que me encanta el efecto escalofriante que causo en las personas? ¿No? Pues me encanta.

— Lo siento.—balbuceó tontamente uno de ellos y el otro asintió frenéticamente como si su vida dependiera de ello.

Contuve una carcajada y mantuve mi semblante en blanco.

— Bien, ahora haced guardia delante de mi camioneta para que ningún otro depravado sexual como vosotros me vea mientras me termino de cambiar.—ordené. Ellos asintieron de nuevo rápidamente y se colocaron delante de mi coche, mirándome. Bufé, estos chicos eran idiotas.— ¡De espaldas, imbéciles! ¡Y más vale que no miréis si no queréis que os arranque los ojos con las uñas! ¡Me las he dejado largas para una ocasión como esta!

Se dieron la vuelta inmediatamente y sonreí satisfecha. Por esto básicamente era la entrenadora de mi equipo: nadie se atrevía a incumplir una orden que yo diera.

Procedí a quitarme los pantalones vaqueros que llevaba. Déjame decirte una cosa: quitarte unos pantalones ajustados en el asiento de una camioneta destartalada no era para nada fácil. Tardé como cinco minutos inútiles y observé que mis vigilantes adolescentes se estaban comenzando a desesperar.

— Está bien, sois libres.— les dije cuando acabé de subirme el pantalón. Ellos salieron corriendo, posiblemente para que no me diera tiempo de arrepentirme de dejarlos ir.

Salí de la camioneta con mi habitual mochila negra y me dirigí hacia el campo de fútbol. Cinco minutos tarde, nada mal tratándose de mí.

Pero cuando casi entraba a la zona de las gradas, alguien interrumpió mi acción.

— Hola, Alexa.— era un rubio de ojos azules que se me hacia bastante familiar. Achiqué los ojos mirándolo fijamente e incliné la cabeza hacia un lado, intentando recordar quién era.— ¿Ya me has olvidado?— preguntó, e hizo un puchero adorable.

Abrí mucho los ojos y la boca y lo señalé con un dedo acusatorio, recordándolo por fin.

— ¡Tú eres el acosador! Ese que me quitó el móvil para poner su número, ¡Enrique!

La chica de la fiestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora