Capítulo 9: Cosas de la edad.
Hugo
— ¡Me muero de calor!— me quejé una vez más bajando la temperatura del aire acondicionado del coche. Odiaba el verano con todas mis fuerzas.
— Tío, ya vamos de camino a una piscina, ¿qué más quieres?— replicó Sergio, acelerando para adelantar a otro coche.
— Que me apoyes en mi conspiración contra el calor.— refunfuñé, abanicándome con mi propia mano.
Sergio rió y me dedicó una de las sonrisas que tanto encantaban a las chicas que a él no le interesaban. Pobre desgraciado.
— Haber buscado a otro entonces.
Apoyé mi cabeza en mi puño y lo miré de reojo.
— En realidad, lo he hecho. Bárbara tiene depresión post-Harry y no quiere salir de casa. Raúl ha quedado excluido de mi lista de amigos por preferir a sus novios antes que a nosotros. Alicia también está en peligro de pasarse al bando oscuro porque también está con su novio ahora. Y Josh está en América, así que...—me encogí de hombros— Te llamé a ti.
El moreno frunció el ceño mientras tenía la vista en la carretera, viéndose muy ofendido.
— O sea que básicamente soy tu última y desesperada opción.—dijo. Puse cara de circunstancias, pero no lo negué— ¡Joder, tío! Apenas conoces a Josh.
Puse los ojos en blanco y le quité importancia con un gesto.
— El punto es que el amor es una mierda. Los tiene a todos tan embelesados y dependientes de él que ya no se acuerdan de su pobre amigo solterón.—me señalé a mí mismo— Por cierto, llevamos diez minutos juntos y todavía no has lloriqueado por el amor no correspondido de Bárbara, ¿qué cojones te pasa, tío?
Mi amigo cambió su cara de enfado y de la nada sonrió.
— He conocido a una chica.— anunció.
Abrí la boca sorprendido. Esto era nuevo. Sergio llevaba años enamorado en silencio de la peliazul, aunque yo sospechaba que ella era consciente de ello. Había que ser idiota para no darse cuenta de cómo la miraba.
— ¡Hala!—exclamé— ¿Y qué tal con ella?
— Me odia.— dijo sin dejar de sonreír como un imbécil— Pero hay atracción. Y es recíproca, cosa que con Bárbara nunca lo fue.
— Estás fatal, tío.—bufé— Sólo espero que no tenga el pelo azul, porque si no tendrías un serio problema.
Él rió ante mi comentario y negó con la cabeza. Pocos minutos después llegamos a la piscina pública donde pensábamos pasar el día. Dejé que Sergio pagara mientras yo me adentraba en el lugar, deseoso de meterme en el agua para aliviar ese calor infernal. Estaba cogiendo la hamaca donde pondría mis cosas para trasladarla a un sitio con sombra cuando alguien se posicionó detrás de mí y carraspeó.
Me giré y al hacerlo abrí la boca con sorpresa por segunda vez en el día. Lo que menos hubiera pensado esta mañana cuando decidí ir a relajarme a una piscina es que me encontraría a Alexa allí. Y más teniendo en cuenta de que últimamente todos mis pensamientos de culpa e inquietud giraban en torno a ella.
Tenía los brazos puestos sobre sus caderas y una expresión enfadada. Pero eso no era lo que más me intimidaba, sino más bien su biquini rojo de socorrista y su cuerpo que parecía sacado de una maldita revista. Ella era, sin duda, el diablo en persona disfrazado con una apariencia embaucadora.
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La chica de la fiesta
RomanceHugo no era lo que alguien llamaría un "tío bueno". La verdad es que no lo era. Pero había algo en su personalidad que atraía. Simplemente atraía y era inevitable querer pasar tiempo con él. Aunque a veces fuera un pesado y sus bromas no tuvieran gr...