-¿Qué? -dije estúpidamente.- ¿De que hablas?
-Eres virgen.-dijo entre risas.
-Oh vamos Adam, dime si eso es algo malo.
-Claro que lo es. Con 16 años aun eres virgen.-rió.
-Primero, no es malo y segundo no soy virgen.
-Si claro Emily, yo tampoco lo soy.-dijo sarcástico.- ¿Crees que me creeré esa?
-Haz lo que se te de la merecida gana.-me metí un pedazo de pollo a la boca para no gritarle.- Y no te metas en mi vida.- agregué luego de tragar.
-Como digas.-carcajeó.- Pero si necesitas quitarte esa molestia puedes venir a mi habitación.
-¡Depravado!-grité antes de tirarle la canasta de pan por la cabeza.- ¡Eres un cerdo!- me levanté de la mesa.
-¡Que exagerada!-dijo molesto mientras levantaba el pan.- Solo te estaba proponiendo algo.-agregó ahora entre risas.
-¿Sabes que?-dije de mala gana.- Vete a la mierda.-grité cerca de su cara.- Te odio.- y salí corriendo escaleras arriba. Tras mis pasos venía el.
-¿Me odias en serio?-gritó cuando detuvo la puerta que yo había intentado azotar.
-Si, te odio más que a nada ni nadie en el mundo.
-Odiar es un sentimiento muy feo.-dijo en un cantito mientras cerraba la puerta.
-¡Muérete!
-No, no tengo ganas.-respondió riendo.- Estaba pensando que tal vez...-decía mientras se acercaba a mi.
-Te vas alejando si no quieres guerra, Collins.
-Oh, vamos Emily, ven aquí.-dijo pegándome a el.
-Me sueltas o sufres las consecuencias.-dije amenazante. El solo rió. Levanté mi rodilla y golpee su parte mas sensible, me soltó para agarrarse la zona golpeada.- Yo te lo advertí.-me aleje de él y me encerré en el baño.
-Ya Emily, sal de ahí en este instante.
-No.
-Dije ya.-gritó desde el otro lado de la puerta.
-Yo dije no.-grité sentándome en el suelo, contra la puerta.
-Quiero que abras esa puerta si no quieres que la tire abajo y no me importara que estés ahí, te juro que la tiro.
-¡Oh que miedo!-dije sarcástica.
-¡SAL DE EL PUTO BAÑO!-gritó histéricamente mientras golpeaba la puerta bien duro.
-Que mal educado eres.-dije burlona.
-No te conviene hacerte la loquita.-dijo con furia en sus palabras.- Quiero que salgas.
-¿Qué pasara si no salgo?-dije en un cantito.
-Ya no juegues.-dijo de mala gana. Sentí como se apoyó en la puerta.- Quiero que salgas. No te haré nada, pero solo sal de ahí.
-No.
-¡POR FAVOR!-gritó con desesperación.
-Salgo de aquí si tu sales de mi habitación.
-No, sal de ahí y hablaremos.
-No. Sal de mi habitación y cuando se te pase el enojo hablaremos.-dije firmemente. Dio una patada a la puerta. Luego de eso sentí que azotó la puerta de mi habitación y no más ruidos. Supuse que se había ido.
Abrí con cuidado la puerta y asome mi cabeza. Miré la habitación de un lado al otro y luego salí. Tenía miedo de que el aun estuviera ahí. Para mi suerte no estaba.
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La Bella y la Bestia.
RomanceQué feo es cuando la persona que amas es la persona más fría del mundo. Qué feo es que le intentes demostrar tu amor y te saque a patadas de su vida. Qué feo es que tú seas la pobre indefensa presa de sus castigos y malas costumbres. Vivir con una...