Abrí mis ojos lo más que pude y volteé a ver la puerta. Él estaba ahí parado, se había quedado asombrado al verme. No iba a dejar de mirarlo y al perecer el tampoco dejaría de mirarme. Su rostro no portaba gesto alguno y el mío de seguro era un espanto. Entrelacé mis dedos intentando darme seguridad para hablar.
- ¿Dónde estabas? - dije temblorosa. Entró del todo a la habitación y cerró la puerta detrás de él.- No tengo porque darte explicaciones.
- Si tienes por qué. - le dije. Pasó a mi lado dirigiéndose a la cama. Tenía olor a alcohol.- Adam. - lo llamé haciendo que volteara a verme.
- No tengo que darte explicaciones a ti. - me dijo seriamente.
- Sí que tienes, y las quiero ya.
- Mira... - me tomó por las muñecas. - Primero que nada, tú tienes que darme explicaciones a mí y segundo, NO TE METAS EN MI VIDA. - gritó la ultima frase y me soltó bruscamente. Respiré hondo intentando calmar mi miedo.
- Adam...- dije cuando ya no me miraba.
- No quiero que me digas cosas que ya sé.
- ¿Cosas como que?
- Y tampoco quiero que me confundas. - me dijo. Regresó su mirada a mi rostro. - Quiero que me expliques.
- ¿Estuviste tomando? - pregunté ignorando lo anterior.
- ¡Eso no viene al caso! - dijo exaltado. - ¿Y que si estuve?- dijo enojado.
- A ver Adam...-dije sentándome en el sillón. Me había mareado.- Hablemos como se debe, sin gritos, sin golpes, como dos personas normales. - se sentó a mi lado pero mas alejado de mi cuerpo. - ¿Dónde estabas?
- Eso no importa.
- Si importa. - dije secamente. Lo sentí reír con ironía.
- Entonces te importa. ¿Cierto? Pero no te importa calentarme y luego dejarme solo en la cama. ¿Verdad?- estaba completamente furioso y se notaba en su mirada y voz.
- No fue así.
- Espera... déjame continuar, aún no acabo. - apoyó sus codos sobre sus rodillas y se pasó las manos por el cabello alborotándolo. Volvió a sentarse derecho y me miró. - ¿Por qué lo hiciste? - me dijo. - Pensé que habíamos terminado con las venganzas.
- No era una venganza. - dije en mi defensa.
- ¿Entonces por qué lo hiciste? - me dijo.
- Tú empezaste. - me defendí.
- Pero tú no me detuviste. - agregó. Posó su mirada sobre mis ojos. - ¿Por qué llorabas?
- Yo te pregunté algo antes. - dije intentando no responderle.
- ¿Qué quieres que te responda? - me dijo histéricamente. - ¿Quieres saber si tome? - me gritó. Asentí temerosamente. - Si, si tomé, y puede que en este momento esté algo mareado pero soy consciente de lo que me hiciste, o mejor dicho de lo que me dejaste con ganas de hacer.
- Adam, no hace falta que me grites.
- ¿Qué no? - dijo elevando la voz.
- Estamos en un hotel. - le grité. - No vuelvas a elevar la voz o nos sacaran a patadas de aquí. - agregué en un tono más calmo.
- No me interesa. Es más, nos vamos de aquí. - se levantó del sillón. Volteó a verme. - Levántate del maldito sillón y arma tus maletas.
- Adam...
- Emily, tu y tus repetidos "Adam" todo el tiempo me están hartando. Levántate dije. - gritó. Me levanté del sillón y quedé frente a frente con él. - Ve y arma tus maletas ya. - gritó.
YOU ARE READING
La Bella y la Bestia.
RomanceQué feo es cuando la persona que amas es la persona más fría del mundo. Qué feo es que le intentes demostrar tu amor y te saque a patadas de su vida. Qué feo es que tú seas la pobre indefensa presa de sus castigos y malas costumbres. Vivir con una...