Retiro el vinilo del papel en el que se encuentra y lo pego en la pared junto al armario. Cuarto terminado. Al entrar en el apartamento entras directamente en un salón decorado con un sofá, una televisión pequeña, un sillón y una mesa alta que supongo que usaré para comer con mis amigos (cuando los tenga). La cocina es realmente pequeña y fea, pero sirve para cocinar, así que me vale. En mi cuarto solo está la cama y un armario que ocupa una de las paredes. Mi habitación favorita es la sala de estudio, he puesto un sillón cómodo, un escritorio y algunas estanterías.
-Bueno, mamá, te presento a mi casa, casa, te presento a mi madre -me rio con mi madre y nos damos un abrazo-. Es acogedora ¿no crees?
-Si, y estoy orgullosa de ti -se le enrojecen los ojos, no me puedo creer que vaya a llorar. La abrazo fuerte esperando que mi abrazo reconforte mi independencia.
Tras comer unos raviolis con mi madre en mi casa, mi madre se marcha a hacer algunas compras que quiere hacer para mi casa. Y yo me quedo sola en mi casa pensando en todo lo que ha cambiado mi vida. Todd es gay, y no entiendo por qué. Teníamos nuestras peleas, pero también teníamos sexo. Poco, aún soy virgen, pero la parte de los preliminares sí que la hacíamos. Yo le tocaba y él me tocaba, nos besábamos con pasión, o eso creía. El ruido de música rock me despista de mis pensamientos. ¿De dónde viene? De arriba, seguro.
Sopeso las tres opciones que tengo, irme a la calle para no escuchar música, aguantarme con la música y bien ir a quejarme a mi nuevo vecino. No quiero crear malos rollos, pero es que esto es insoportable, son las seis de la tarde, ¿quién monta una fiesta a esta hora?. Decido salir a la calle, comprar algunas cosas de comida para lo que queda de semana y volver a casa. Siguen con la fiesta. Como esto no pare a las once de la noche, subo a quejarme.
***
Golpeo la puerta del piso de arriba. Nadie abre. Dejo pulsado el botón del timbre hasta que me abre un chico rubio con ojos miel. Tiene un piercing en la nariz y dilataciones en las dos orejas, son muy grandes.
-¿Qué coño quieres? Tú no estás invitada a la fiesta. -Va a cerrar la puerta pero la detengo con mi pie.
-Quiero que bajes la música, se escucha en mi casa y yo necesito descansar.
-Oh, la niña necesita descansar. -Se gira hacia dentro y grita- ¿Habéis oído? ¿La vecina de Erik necesita descansar y quiere que bajemos la música?
Dentro todo el mundo empieza a reírse y detrás del chico rubio aparece otro chico, este tiene el pelo oscuro y los ojos verde oscuro. Lleva una camiseta blanca de mangas cortas y unos vaqueros. Le dice algo al chico rubio y este se va. Sale al rellano conmigo y cierra la puerta detrás de él.
-Hola, soy Erik, tu debes de ser la chica de abajo. -me sonríe y me tiende la mano.- Siento todo este escándalo, pero van a ser así todos los días, es mi trabajo, así que lo siento pero deberás aguantarte o mudarte.
-¿Perdona? ¿Sabes que si a las doce no habéis acabo con la fiesta puedo llamar a la policía y denunciarte, no?
-Si, pero tengo los papeles necesarios para que este apartamento pueda celebrar fiestas cuando y cómo quiera. Sino llama al último inquilino, -se ríe- se mudó al día siguiente.
Cojo aire antes de empezar a gritarle pero parece que Erik me ve las intenciones y sigue hablando.
-Otra opción que tienes es unirte a la fiesta, hay alcohol y tu encajarías muy bien con ese pelo rojizo que te cae por el pecho...
Acaricia mi pelo desde mi oreja y va bajando, es cierto que el pelo me cae por el pecho y creo que tienen intención de comprobarlo, me aparto antes de que pueda llegar a tocarlo y me voy escaleras abajo. No pienso volver con mi madre, he pagado el piso, por lo tanto, voy a vivir en él cueste lo que cueste. Me compraré tapones si hace falta. Además, ¿cómo que es su trabajo?, ¿le pagan por montar fiestas en ese apartamentucho o por molestar a los vecinos?. No debe vivir nadie en el piso contiguo al suyo, sería insoportable. Empiezo muy mal la independencia.
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El piso de abajo
Teen FictionEl comienzo surrealista de la novela hace creer que la ficción sigue siendo ficción, pero la realidad siempre acaba superándola. Conoce a Sarah en el momento más absurdo de su vida.