Lo siguiente sucedió demasiado rápido.
Para cuando quise darme cuenta cuidadosamente de las instrucciones que Ash me había dado, él avanzó con extremo sigilo. Estábamos de espaldas a nuestros contrincantes, por lo que el factor ventaja seguía de nuestra parte. No moví un músculo, como si su aliento me hubiera paralizado.
El chico no vacilaba, parecía demasiado seguro. En el momento preciso, me atrevería a decir que exacto, se lanzó sobre el más corpulento y desenfundó con rapidez la navaja, clavándosela en el hombro. Todos, incluida yo, que ya conocía sus intenciones, nos quedamos anonadados. Solo se escuchó el horrible alarido del muchacho herido. Entonces, con la misma frialdad con la que introdujo el puñal, lo sacó para lanzárselo al chico de la izquierda. Directo a su pierna.
Contuve la respiración ante los sorprendentes acontecimientos. La última víctima cayó al suelo, lamentándose por su pierna lastimada. Ash no tuvo que volver a actuar; el tercer chico quedó sumido en un estado de shock. Nadie hicimos nada por evitarlo.
-Bien -a pesar de que sus manos estaban manchadas de sangre, Ash volvió a recuperar el mapa, arrebatándoselo de las manos al que fue su primer objetivo-. Creo que esto me pertenece.
Sentí unas profundas arcadas al ver el líquido rojo brotar de aquellos dos individuos. Tendría que estar desatando a Ellie y, sin embargo, aún no conseguía reunir valor para moverme. Mis músculos temblaban violentamente, tanto que pensé que perdería el equilibrio. Lo que había pasado no parecía casi real. Y la frialdad con la que Ash parecía actuar resultaba macabra.
-¡Mira en su bolsillo! -nuestra compañera señaló con la cabeza al de la pierna- Estoy segura de que tiene una placa.
Ash obedeció y, antes de liberarla, revisó en los bolsillos del chico, el cual poca resistencia pudo poner debido al dolor. Tal y como Ellie dijo, de su bolsillo sacó una chapa.
Entonces sí logré acercarme, expectante. ¿Y si habíamos superado la prueba?
-El número 2 -Ash chasqueó la lengua, contrariado, y yo comencé a soltar al paria-. No sirve de nada -le dio la vuelta a la placa-. Bueno, tampoco es su día de suerte. Nosotros éramos su presa.
-¡Castro! -gruñó el chico del hombro herido, el cual intentaba retener con su mano derecha la sangre que manaba- ¡Castro! ¡Quítale el mapa y la placa, imbécil!
Le gritaba a su compañero para que reaccionara, pero éste solo temblaba paralizado por el miedo. Su ojos no abandonaron en ningún momento el gotear del líquido rojo que empezaba a formar pequeños charcos en el suelo.
-¡No pienso perder esta prueba! -aún cuando supuse que su brazo estaría entumecido por el dolor, el individuo que le gritaba a Castro arremetió contra Ash. Utilizó el otro brazo, la ira, la desesperación y toda su corpulencia para intentar arrollarlo y forcejear con él en el suelo.
Ellie seguía atada, incapaz de moverme. Y yo, al igual que Castro, no parecía estar resultando de utilidad.
Tal como había pensado, Ash y nuestro contrincante rodaron por el suelo, provocando que la placa y el mapa saltaran de sus manos. Ash no tardó en tomar una posición ventajosa encima del otro chico, tratando de inmovilizarle. Sus habilidades resultaban increíbles. El sujeto de la pierna trataba de gatear y desprender el cuchillo clavado con grandes alaridos de dolor.
El hedor de la sangre inundó mis fosas nasales y la escena me resulto dantesca y desagradable. Por fin reaccioné, tomando aire profundamente. Solté una exclamación y me abalancé sobre el chico que gateaba, arrancando el puñal de su extremidad a sangre fría. Mis oídos escucharon una queja amortiguada, lejana.
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El Primogénito
Teen FictionEn un mundo distópico donde Estados Unidos ha entrado en una destructiva guerra, los ciudadanos no tienen más remedio que luchar para sobrevivir. Por ello, a la edad de diecisiete años, los hijos primogénitos de las familias de cada condado deben al...