Scott en multimedia.
Estaba alejándome de mi hogar.
Habíamos pasado los límites de Las Comunidades, de nuestros hogares protegidos por los militares. Era como una burbuja personal para todos. Ningún ciudadano podía entrar o salir de Las Comunidades sin permiso.
Las calles, algunas adornadas con edificios en ruinas, están abarrotadas de guardias. No hay nada, ni un vestigio de cualquier cosa, que pueda escaparse a los ojos del gobierno.
El destartalado autobús se detuvo frente a la gigantesca e imponente muralla que se alzaba ante nosotros y que separaba el exterior de Las Comunidades. Solo había estado allí una vez antes, en una visita guiada. No estaba segura del material con el que se había construido la estructura, pero definitivamente no podría derribarse con facilidad.
Me removí en mi asiento.
La torre de control, situada en lo alto de un poderoso edificio, estaba custodiada por numerosos soldados armados. Finalmente, tras unos largos minutos, las únicas pesadas puertas de la muralla que daban acceso al exterior se abrieron lentamente. Estaba atónita observando lo poco que podía vislumbrar a través de los cristales sucios de las ventanas.
Incluso desde dentro podía escucharse el fuerte ruido de los portones. Nunca pensé que sería tan escandaloso, y podía afirmar con total seguridad que estaba nerviosa. Muy inquieta. Y me debatí con la turbadora pregunta de, ¿realmente quiero ver lo que hay allí fuera?
Se nos había inculcado a la gente de Las Comunidades que las murallas nos protegían de las amenazas en el exterior y de la guerra. Pero, ¿cuáles eran esas amenazas? Los rumores dentro del muro de que los altos cargos tenían miedo de una revuelta u oposición al poder impartido eran cada vez más fuertes. Las personas empezaban a creer que nos mantenían dentro porque era una forma de tenernos controlados.
Las ruedas del vehículo rechinaron y este se puso en marcha, provocando que diera un ligero respingo en mi sitio. Giré la cabeza para mirar a Jodie. Observaba al frente, expectante.
Traspasamos la muralla y contuve el aliento. Clavé mis ojos en la ventana, para encontrarme con lo que se pudiese ver a través de ellos.
Pero no había nada. Tierra. Tierra infértil y humedad, porque los cristales se empañaron aún más. Era un ambiente realmente austero.
Todos estaban asomados en las ventanas, ansiosos por observar algo que nunca habían podido ver antes. Sin embargo, el paisaje era sombrío. Me invadió la necesidad de volver a la protección de Las Comunidades, con mis padres, con toda la gente que conocía. Me recosté en el asiento y miré al techo, cerrando los ojos con fuerza. Hasta que, poco a poco, caí en un sueño profundo.
Empecé a oír murmullos lejanos, y sentí de nuevo el frío contra mi piel. Entreabrí los ojos, acostumbrándome a la luz, e hice un esfuerzo estirar mis adormiladas articulaciones. Los murmullos se hicieron aún más presentes, y me percaté de que Jodie miraba fijamente por la ventana. La imité, y me encontré con algo bastante sorprendente.
No tenía ni idea de cuánto habíamos avanzado desde que el autobús pasó las murallas, pero sí pude hacerme una idea de dónde estábamos ahora. En el hogar de los parias.
Los parias eran los marginados, aquellas personas que habían sido expulsadas de Las Comunidades por diversos motivos. Algunos fueron opositores que se rebelaron en contra de la ley; otros simplemente enfermos y gente que carece de utilidad para el país.
Tragué saliva observando las múltiples caras sucias que dejaban sus labores a un lado para observar cómo el vehículo pasaba por la improvisada carretera. Para mi sorpresa, allí también había guardias. Estaban por todas partes.
![](https://img.wattpad.com/cover/30367958-288-k900975.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El Primogénito
Fiksi RemajaEn un mundo distópico donde Estados Unidos ha entrado en una destructiva guerra, los ciudadanos no tienen más remedio que luchar para sobrevivir. Por ello, a la edad de diecisiete años, los hijos primogénitos de las familias de cada condado deben al...