Capítulo 2: Examen.

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Ash en multimedia.

Después de la cena caminé como un autómata hasta la habitación, intentando hacerme invisible entre la multitud. Para cuando llegué, Campbell ya estaba allí, pero Scott apareció mucho después. Varios militares entraron y pasaron lista después del toque de queda para asegurarse de que estábamos todas y cada una de nosotras. Me di cuenta de que Scott no dejaba de mirarme, incluso en el momento en el que estaba acurrucada en la litera y solo llegaba la tenue luz del pasillo. Le devolví la mirada, interrogante.

-¿Qué pasa? -vacilé.

-¿Cómo te llamas? No tu apellido; tu nombre.

La pregunta me sorprendió, y pensé en ello como un rastro de humanidad. Incluso nuestra otra compañera levantó la vista de su extenso libro para observarnos.

-Cameron -se me hizo un nudo en la garganta-. Cam. ¿Cuál es el tuyo?

Scott torció el gesto con amargura, y supe que el tiempo que había estado aquí le pasó factura.

-Jane -murmuró, y fue la primera vez que pude notar en ella la mínima pizca de debilidad, aunque puede que solo fuese porque estaba cansada y la imaginación me jugaba una mala pasada-. Jane Scott.

No me atreví a preguntarle nada a Campbell, porque no estaba segura de que me respondería.

Después de eso, conté cada grieta de la pared hasta caer dormida.

-¡Buenos días Brote! -estaba adormilada, por lo que solo escuchaba una voz distante, como en una televisor lejano- Vamos, arriba.

Una mano me zarandeó y abrí los ojos poco a poco. Cuanto más despierta estaba, más notaba el frío que hacía aquella mañana. Me incorporé tras unos segundos, los escalofríos sacudiéndome.

-Es tu primer día, no quieres llegar tarde a tu primera clase -se burló Scott, sonriendo. Dejé escapar un gemido frustrado de mis labios-. No bromeo, son estrictos con los horarios.

Guiñó un ojo. Me puse de pie de un salto y me mentí en los pantalones holgados de uniforme, tiritando fuertemente. Para cuando empecé a abotonar la chaqueta ya se oía ruido fuera. Quise meterme de nuevo en la cama y no salir jamás.

Jane, ya vestida, ordenaba sus cosas en el lado de la litera. Me mordí el interior de la mejilla.

-No te asustes -soltó ella de repente, más seria de lo normal-. Puede que al principio parezca duro, pero te acostumbras.

-No estoy asustada -negué, haciendo acopio de todas mis fuerzas para decirlo.

-Lo estarás. Mira, Brote -se acercó a mí y puso ambas manos sobre mis hombros suavemente-, la gente intentará pasar por encima de ti todo el rato. Por supervivencia. Da igual lo que tengan que hacer para conseguirlo. Todos buscan sobresalir, ¿entiendes? Mantener las expectativas.

Asentí, hipnotizada en sus ojos claros.

-Demuestra lo que vales, Tucker.

Scott me acompañó a la cafetería y me invitó a sentarme con ella. Me rugían las tripas, y engullí lo que había en la bandeja. Curiosamente, cuando pasas hambre, todo parece estar bueno. La generosa rebanada de pan de trigo con mantequilla me supo a gloria.

Volví a sentirme fuera de lugar, sin embargo. Los compañeros de mesa de Scott charlaban con ella, pero me ignoraban deliberadamente. No parecía desprecio, sino más bien falta de interés.

Me incliné ligeramente hacia Jane para que solo ella me oyese.

-¿Por qué nadie me dirige la palabra? -fruncí los labios.

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