Ella creía que era gorda
Por eso
Sus rodillas estaban rojas
Pegadas siempre a las
Frías y duras baldosas del piso del baño.
Las marcadas costillas
Se apretaban contra la taza del inodoro.
Sus dedos,
El índice y el medio,
Tocaban y manoseaban con brusquedad
El fondo de su boca.
El ácido quemaba su garganta
Cuando ya no había nada que
Expulsar.
Su piel estaba seca y amarillenta.
El cabello se le caía a mechones.
La falta de calcio
No dejaba a sus uñas crecer
Y hacía a sus huesos
Tan frágiles y fáciles de romper.
Su cuerpo arqueado
Contra la tasa del baño
Dejaba notar aún más
Su espina dorsal
Casi y se podían contar sus vertebras.
Sus omoplatos parecían alas
Las de un ángel caído
Rotas e inservibles.
Sus clavículas
Parecían
Un par de cuchillos
Que cortarían su piel en
Cualquier segundo.
Ella ya no era ella.
Era tan solo
Lo que quedaba
Luego de que todo
Se fuera a la mierda.
Era apenas
Una pequeña sombra
De si misma
De lo que antes había sido.
De ella no quedo
Absolutamente nada
Ni los despojos.
