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-Ven conmigo.- La mujer abrió sus brazos mientras se agachaba y la tomó.- Vamos a casa.

† †

Ha sido solo un sueño. Está apunto de volver.

Eso se repitió varias veces antes de que por fin reuniese el coraje de despegar su ojos y frotarse las legañas.

¡Mucho mejor!

- Estás despierta.- La voz ronca que le hablaba le sonaba de algo.

Todavía somnolienta noto como su almohada suave, resbaladiza y con tacto húmedo... se deslizaba por su cara al girarse, se llevó una mano a la mejilla, pero estaba seca. Frotó sus dedos entre sí: secos.

Ahora ya realmente despierta podía ver toda la luz que le rodeaba en aquella cueva de mármol y su almohada gris, larga, no, enorme.

- ¿Qué es?- el pánico trabó su lengua, sus ojos persiguieron la mancha gris hasta llegar a algún final y allí le vio.- Un - un- !Dragón!

Tan claramente como en sus fantasías, podía ver su imponente mandíbula, escondiendo dientes puntiagudos, sus ojos que contenían borrascas, cuerno largos que amenazaban con rascar el techo o derrumbarlo, y el resto de su majestuoso cuerpo, de un color, casi único, sin embargo, ella ya lo había visto, era del color de aquel vestido que parecía destellar en tonos oscuros. Se fijo en el lomo donde estaba apoyada, justo bajo las espinas de su espalda donde descansaban, sus alas de forma magnánima y gigantescas cubriéndole como si fueran una gran capa.

Lucy se puso de pie, presa de su asombro, no necesitó pensar sus acciones, sus manos de movían solas. Acarició al dragón, aparentaba llevar una película protectora. Se volvió a tocar los de dedos de las manos mientras se las miraba.

- Están secas. ¿Como?

El dragón permaneció en silencio, la niña le seguía mirando ininterrumpida, expectante. Los ojos del dragón se volvieron azules por un segundo.

- Agua, magia, la vida.

Asombroso, no era capaz de creerlo. Esos ojos, en ocasiones comprensivos, esa piel mágica cargada de vida y esas alas exorbitantes.

- Tus alas parecen - Fue a tocarlas pero se paro en seco.- ¿Están bien?- Miró la fina película de agua brillante que corría con la calma de un pequeño lago, era extremadamente fina, pensó que incluso si sus deditos las tocasen podría atravesarlas sin querer.

- Lo suficiente para cuidarte.- El dragón sonrió.

Entonces la película de agua que le protegía el cuerpo implosionó, remolino de agua recorrió al dragón, creciendo y luego menguando, como si respirase hasta convertirse en una crisálida de agua alargada, flotando y finalmente salpicando al romperse. La pequeña se había echado para atrás aprensiva, fue una pequeña y refrescante explosión de finas gotas de purpurina sobre su piel, bajo el techo pudo ver a ese millón de hadas caer. Frente a ella estaba la mujer de ojos borrascosos y relámpagos azules.

- Vamos fuera, Lucy.

Sus pasos silenciosos contra el mármol se dirigían hacia la entrada de la cueva.

- ¿Cómo has hecho eso?- Su admiración era superior a la que hubiese podido sentir por cualquier otra persona.

- Soy un Dragón de agua. Mi cuerpo es anamorfo.

- ¿Qué es eso?

- Que no tengo forma.

- ¡Como mamá!- Sonrió de oreja a oreja.- ¡Si, eres tú! ¡Has venido a por mi! ¡Has venido! - Se abalanzó sobre ella con los brazos abiertos de par en par.

- Creo que te-

- Mamá te he echado tanto de menos. Cuando te marchaste todo cambió, y te echaba de menos.- Las lágrimas de Lucy se acumularon en su ojos.- Me dijeron que ahora eras un hermoso espíritu pero... qué no te podía ver. Por qué...- Respiró agitada.- por qué tu cuerpo había muerto y tu espíritu estaba con las estrellas. - Las lágrimas afloraron.- Ahora has venido con ayuda del agua. ¿Verdad? Dijiste que el agua era mágica, que daba y quitaba vida. Me acuerdo.

La mujer una vez mas yacía estoica e incrédula, necesitaba un discípulo no una hija.

Los dragones de agua por naturaleza no empatizan, hacen uso de técnicas mágicas para detectar emociones durante flases breves de apenas unos segundos, sentir con la intensidad que siente por ejemplo un humano es una carga muy pesada. Al estar hechos de agua y ser anamorfos absoluta calma y control sobre su cuerpo es necesaria para mantener su fuerza y estado físico. Se dice que solo a través de los ojos de un dragón fluvial se puede descubrir aquellas emociones que hayan suprimido.

Las lágrimas de la pequeña final mente cayeron de emoción sobre su fina capa de agua. Ese calor, quemaba, gotita a gotita la mujer notaba su barrera siendo alterada, rasgada, hasta que finalmente unas gotas tocaron su piel, un primero y después otra. Como dos puñetazos en el estomago. Bruscamente aparto a Lucy, entendió lo que estaba sintiendo sin necesidad de flases azules.

- Ya estoy aquí.

El dragón mintió. No se sintió mal. Al contrario por fin tenía lo que necesitaba. Una vasija esperando ser moldeada, a quien le podría enseñar todo de sus poderes, y explotar su potencial. Lucy sería su hija. No se había equivocado.

- Te voy a enseñar muchas cosas, Lucy y cuando seas mayor ayudaras a muchas personas.

Lucy sonrió ante las cariñosas palabras de su madre y los ojos de esa mujer centellearon, esta vez haciéndole sonreír.

† †

Blue Slayer n.l.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora