3. Confesiones de borrachera

289 27 0
                                    

Los pasos acelerados de los hermanos por aquellos pasillos de hotel se podían notar en todas las plantas. No sólo por los gritos que daba Casey en busca de ayuda sino también por los de la gente que se asustaba al ver la rodilla ensangrentada de Logan.

En realidad no era gran cosa, los dos los sabían, pero al ver la gran cantidad del conocido fluido carmesí cualquiera en su sano juicio se asustaba.
Cada minuto que pasaba, Casey se desesperaba aún más y no paraba de echarse la culpa a ella misma por no haber aceptado el recorrido por las instalaciones que un momento aquella buena mujer les ofreció.

Además, no contaban con mucha ayuda ya que nadie les aconsejaba bien el camino por el que se iba a recepción o bien porque eran turistas extranjeros o porque acababan de llegar.

-Mira el lado bueno Case, acabamos de llegar y ya hemos matado a nuestro objetivo y hecho amigos.- dijo Logan en un intento de aplacar los incontrolables nervios de su hermana.

-Agradezco tu ayuda Logan, pero no estoy para bromas.- le sonrió la morena.- Joder, ¿es que no hay nadie aquí que sepa dónde está recepción?- preguntó Casey agotada.

Soltó a su hermano un momento y se sentó en el suelo, al menos ya podía mantenerse en pie él solo. Logan también se sentó al lado de su hermana y esta se apoyó en su hombro en busca de consuelo. Hasta en los momentos donde ella se volvía insoportable, Logan de una manera u otra siempre la comprendía y eso la hacía pensar que si su hermano siempre sacaba el lado bueno era porque siempre había algo a lo que aferrarse en aquellos momentos, nunca había que perder la esperanza.

-Mira se acabó.- se separó Casey de él.- Lo haré yo misma. Ya que nadie nos quiere ayudar quién mejor que nosotros para arreglarlo.- solucionó la morena, e inspeccionando en la chaqueta de su hermano encontró lo que estaba buscando. Una pequeña petaca metalizada llena de whisky.- Qué mejor desinfectante que esto, al fin y al cabo es alcohol.- cogió el puñal favorito de Logan de su bota y rasgo un poco más la tela para tener mayor visibilidad.

-Espera un momento, ¿me vas a coser tú?- le preguntó Logan con visibles signos de pánico en su cara.

-Sí.- afirmó la morena y antes de que su hermano volviera a abrir la boca para quejarse, abrió la petaca y rocío la bebida encima de la herida abierta de él.

-¡Hija de puta! ¡Cómo escuece! ¡Podías haber contado o algo!- exclamó malhumorado Logan reprimiendo algún que otro grito de dolor.

-Mejor que lo haga cuanto antes para que no te quejes, ¿no?- se acercó más a la herida y la inspeccionó un poco más. En efecto, el whisky estaba funcionando y la herida podría desinfectarse.- Logan, ahora no te muevas, voy a coserte.- y metiendo una mano en su cazadora de cuero, sacó un pequeño envoltorio de papel en cuyo interior se encontraba una aguja y poco de hilo.

-Madre mía, llevas de todo, ¿no tendrás por casualidad un bolsillo mágico como Doraemon, verdad?- intentó relajarse Logan. Después miró a otro lado cuando su hermana introdujo la aguja dentro de su piel sin ningún tipo de calmante y empezó a coserle.

Casey podía notar el pánico de su hermano cada vez que introducía la aguja dentro de la herida, le conocía demasiado bien y sabía que no es que estuviese pasando un buen rato. Desde pequeño, Logan tenía miedo a las agujas, su temor era tan grande que incluso se negaba a hacerse analíticas, pero según iban pasando los años, de vez en cuando en cacerías a las que iban con su padre, traía a casa alguna brecha y poco a poco fue superando su temor. 

Aunque aún no lo tenía del todo superado. Después de unos minutos y cuatro puntos, la herida estaba totalmente cosida y desinfectada.

-Muy bien, esto ya está.- finalizó su tarea Casey limpiando la aguja y guardándola de nuevo en su chaqueta.

UN MUNDO SOBRENATURALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora