Capítulo 3:De vuelta al pasado

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-Verás cariño... Me han ofrecido un trato en las empresas Douglas, era buena oferta y he aceptado, nos tendremos que mudar a california este sábado, tu hermano y tu ya estaréis matriculados en el mejor instituto y universidad de california, empezareis el lunes que viene- Me dijo con una cálida sonrisa mezclada con una mirada de tristeza al ver como mi cara cambiaba radicalmente a una pokerface mientras mi vista se nublaba a causa de las lagrimas que amenazaban por salir... Esto va a ser un viaje inesperado.

¿QUÉ ACABABA DE DECIR? ¿DOUGLAS?

-¿Empresas...Do..Douglas?- Pregunté en medio de un nervioso balbuceo

-Sii¿No te acuerdas? Christian Douglas el antiguo vecino de enfrente, que tenia un chico de la misma edad de Dan ¿cómo se llamaba...? Mike...James...

-Ethan...Ethan Douglas- aclaré mirando un punto fijo en el suelo intentando de que mi voz no se rompa ante aquel nombre.

-¡ESO! No me acordaba, han pasado tantos años desde que se fueron.

-¡Y PORQUE AHORA! ¿POR QUÉ AHORA ES CUANDO VIENES A HABLAR CON EL DESPUÉS DE TODOS ESTOS AÑOS?- Dije levantándome rápidamente de mi cama casi gritando, siento mi vista nublarse por unos instantes

''O no nena no vayas a llorar ahora, dijiste nunca llorar, este no será la excepción''

Mi vocecita interior tiene razón no he vuelto a llorar por nada en estos últimos 5 años y esta hora no será la excepción. Intenté relajar mi cuerpo, para así poder calmar mis ganas a llorar. Mi papá aun con un rostro confundido ante mi ataque de histérico se levanta dispuesto a salir de mi habitación no antes sin decir las palabras que colmaron el vaso

-Ya todo está echo, ya no hay vuelta atrás, no se que pudo haber sucedido entre aquel chico y tú, pero nos iremos en dos días a california y Christian ya se ha ocupado de encontrarnos casa.

después de decir eso, se volteó hacia la puerta de mi habitación saliendo tras ella, dejándome sin habla, el corazón en mano y sin saber que decir o hacer, solo se me ocurrió tirarme en la cama y taparme hasta mi frente con las cálidas cobijas que abrazaban mi delgado y frío cuerpo.

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Pasaban las horas y aun no dejaba de pensar en como sería volver a encontrarme el chico que me rompió el corazón y me humilló sin lástima ninguna delante del todo Toronto High. Una ráfaga de odio inundó todo mi cuerpo recorriendo por mis finas venas.

Quería olvidarme de todo esto que está pasando, decidí llamar a la única persona que sabe como animarme en situaciones como estas. Aventé mis calentitas cobijas lejos de mi para seguidamente sacar mis desnudas piernas fuera de la cama para levantarme e ir a donde mi celular se encontraba. Nada más cogerlo me senté en la silla giratoria que tenia delante de mi gran escritorio color gris platino, marqué el número de mi enferma y mejor amiga así contestándome al tercer tono:

-¡Hola Alissiiia!- Contesta alegre como si nunca hubiéramos hablado y eso que habíamos estado hasta muy tarde hablando.

-Hola liliana- Intento de responder de la misma forma pero no consigo sonar igual consiguiendo sonar como si alguien me estuviera obligando a hablar.

-Te odio eres una mala amiga, sabes que estoy enferma y no has dado ni un pequeño mensaje lindo para hacer que me recupere ¿¡ESA ES MANERA DE DEMOSTRAR QUE ME ECHAS DE MENOS!?

-Lo siento, no ha sido bastante bueno este día.

-¿Qué ha pasado mi pequeña diablo?- Dice con voz tierna, de seguro estará poniendo algún puchero.

Una Venganza De DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora