Playboys, pudranse.

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Desde luego este no era uno de mis mejores días, era un jodido martes por la mañana y ya estaba ese estúpido playboy aquí, mi padre metía las tantísimas maletas en el coche con el que irían al aeropuerto, mi hermano iría junto a ellos, para así traerlo después.

Y cuando menos me lo esperaba, me choqué contra un muy duro pecho. Eleve la vista y allí estaba él, cómo no. Desde que ayer me había dicho esa estúpida frase, no le había dirigido la palabra y aunque no quisiera, acabaría haciéndolo. No es culpa mía, quizá sí la suya. Él obviamente era el que debía tener cuidado, ¡es mi niñero, maldita sea!

- Ten cuidado, patosa. -Dijo vacilante.
- Sino quieres quedarte sin descendencia, aparta de mi camino.-Respondí amenazante y una suave carcajada brotó de su garganta.

Me di media vuelta y desaparecí de su campo de visión, estar cerca de él me ponía nerviosa y no era para menos. Él era popular, y obviamente si se lo contaba a alguien, acabaría sabiéndolo todo el mundo. Sería el nuevo cotilleo.
En cambio, si el fuera un don nadie, y mi hermano también lo fuera... No ocurriría nada. A nadie le interesaría y por lo tanto yo no tenía problemas.

Pero la única don nadie era yo, rodeada de playboys, que, además, se llevan como el perro y el gato.

- ¡Mi pequeña! Cuídate por favor. -Exclamó mi madre mientras besaba mi frente.
- No quiero embarazos. -Nos señaló mi padre a mí y a Edward.- Así que, hijo, usa condón y tú Em virgen hasta que yo me muera.

Dicho esto, se fue. Liam reía a pleno pulmón, estaba rojo como un tomate, o un cangrejo.

- Díganme por favor que su padre dijo eso de broma. -Dijo intentando calmarse.
- Ojalá. -Respondí yo.

Él dejó de reír y se sentó en el sofá. Y hasta que se hizo la hora de irnos al instituto, él se mantuvo distante.

- Escúchame Liam -Ordenó Edward- no vayas presumiendo de ser mi niñero porque juro que te haré tragar mi maldito puño.
- ¿Presumir de ser el niñero de un estúpido? Me gustaría ver como se ríen de ti.

Mi hermano enfureció, y en cuestión de un segundo pude sentir como iba a darle un puñetazo a Liam bien merecido, pero aquello no podía permitirlo. No más problemas. Y me interpuse entre ellos.

- Ey chicos, yo tengo que aguantarles a los dos, de modo que callense y caminen cada uno a su auto. -Y ambos obedecieron.

Caminé junto a mí hermano hasta su auto, pero quedé paralizada cuando Liam agarró mi brazo, con suavidad.

- Tú vienes conmigo pequeña.
- ¡Despierta Wenner! No iré contigo a ningún lado.
- Me pone que me llamen por mi apellido.
- Aléjate de mí Liam.
- Soy tu niñero, harás lo que yo ordene.

Y tal cuál, acabé en su coche, mi hermano resistía las ganas de darle un puñetazo, y cuando vio que Liam arrancó, y que yo iba en el asiento del copiloto... Tardo un segundo en subir a su coche y perseguirnos.

- Parece que Edward se ha enfadado.-Dijo mi acompañante, mientras conducía. Se veía realmente sexy. No me culpen, no me agrada, pero soy adolescente y las hormonas se mantienen activas.
Mientras conducía, se mantenía con su típica sonrisa y no sabía el por qué, ¿le hacía gracia esta situación? ¿le hacía gracia llevarme al instituto?

Y entonces caí...
Todo el jodido mundo me vio bajarme del coche de Liam Wenner.

Sentí todas las miradas puestas en mí, analizando cada parte de mi ser.

- ¡Liam! -Gritó mi hermano- ¡Ni te acerques a mi hermana! - continuó, cada vez mas enfurecido.

- Oh, ella no me interesa, tan sólo no me fio de tus dotes como conductor y no quiero tener problemas con vuestros padres. -Dijo, sabiendo que todos de habían enterado en ese momento de que él tenía algo que ver conmigo.
- Tranquilo,no quiero interesarte. -Me entrometí en su discusión. Lo quise dejar claro, ya que, no quería que hablarán.

Todos durante aquel día, hablaron de ello.

Los playboys serán mi perdición.

Cuando llegué a mi casa, esta vez pude ir en el coche de mi hermano ya que Liam tenía cosas que hacer con una de sus tantas zorras. De modo que, tendría unas cuantas horas de intimidad. Aunque, quizá su apariencia de "lo hago mejor que nadie" sea sólo eso y aguante cinco minutos. Me haría gracia ver a Liam Wenner avergonzado.

Decidí dormir un rato, puse la alarma en mi móvil para las seis y media de la tarde y en cuanto mi cabeza rozó la almohada, caí en un profundo sueño...

Un sueño en el que aparecía Liam Wenner.

Sinceramente, cuando oí la música de mi alarma sentí como si me hubieran librado de una tortura, aunque sabía que ese sueño había sido de los mejores. No, no fue nada pervertidoxd.

Me dispuse a ir a la cocina a por un poco de agua y ahí estaba él, junto a mi hermano bebiendo algunas latas de cerveza. Espera espera, ¿juntos? INCREÍBLE. Si esta mañana Edward le habría matado...

- ¡Vaya, una marmota! -Exclamó mi hermano y le fulminé con la mirada. Cuando miré al niñero me arrepentí de hacerlo, ya que su mirada recorría una y otra vez mi cuerpo y caí; estaba en ropa interior (culot) y una camisa de tirantes negra ajustada.

Oí un suspiro de su parte. Subí inmediatamente a mi habitación, muy roja e incómoda. Cuando iba a cerrar la puerta, alguien puso el pie, impidiéndolo. Y se adentró en la habitación.

- Ahora mismo tengo un jodido problema, nena. -Musitó Liam mientras entraba en la habitación, cerrando la puerta con seguro tras de sí.
- No me importa.
Se aproximaba cada vez más a mí y fue cuando me percaté de que nuestras respiraciones podrían chocar en cualquier momento. Su camisa negra de manga corta resaltaba su trabajado cuerpo e incitaba a querer ver lo que había debajo, y realmente, yo quería en esos momentos hacerlo. Acarició mi pelo y ante su contacto me estremecí. No sabía por qué, pero estaba consiguiendo despertar algo insólito en mí.

Se acercó más. Pude sentir su respiración agitada.
- Creo que sabes cuál es el problema.

Inmediatamente miré a su amiguito, más feliz que una perdiz. Me sonrojé aún más. En otra ocasión, y con otro chico, le habría pateado el trasero por su atrevimiento. Pero no podía. No cuando mi cuerpo quería fundirse con el suyo. Posó sus manos en mi cadera-culo. Y rozó sus labios con los míos, pero no los besó. Depositó una suave mordida y continuó deslizando sus labios desde mi mentón hasta mi pecho y comprendí que sobraba la ropa. Besó el poco pecho que dejaba al descubierto mi camisa y yo comenzaba a perder el control. Él sabía como hacer que cualquier chica perdiera el control. Sus manos se posaron directamente en mi culo, apretando justo antes de suspirar contra mis labios. Puse mis manos dentro de su camisa, acariciando sus abdominales y un escalofrío que fui capaz de percibir le atravesó. Volvió a besar mi pecho, con mayor ferocidad pero manteniendo una línea suave y excitante. Su camisa voló. Y tuve que poner mi mejor cara de poker para no delatar mi asombro. Era increíblemente hermoso su cuerpo y eso no me ayudaba a frenar.
Una de sus manos acarició mi pecho y supe que comenzaba a sobrar mi camisa pero aún no me la quitó. Antes de eso, yo misma le baje sus pantalones y observé su amigote -si, amigote- chocar contra sus bóxer que eran Calvin Klein. Cogió mi mano y la colocó encima de su bóxer, acariciando su miembro y un leve gemido brotó de su garganta.
- Li-Liam...
Fue todo lo que pude decir.
- Dime, pequeña.
- No voy a poder frenar.
- No quiero que lo hagas.-Concluyó, con un tono firme y fuerte, después, se acercó más a mí y su miembro rozó mis partes íntimas, ya húmedas. Con una de sus manos las tocó y se me cortó la respiración. Me subió a lo koala, y en algún momento desapareció mi camisa, beso mis pechos, jugó con ellos tanto como pudo y dejó grandes marcas en ellos. Nuevamente volvió a mirarme a los labios y los besó, con ferocidad, pasión y deseo. Sus manos agarraban fuertemente mi trasero y mi zona íntima rozaba su cuerpo y nuestros movimientos lo hacían más que placentero. Desapareció mi sujetador y besó mis pezones. Me bajé. Necesitaba sentirle ya dentro de mí. Le quité sus bóxer y fue cuando supe que no había vuelta atrás. Mi culot húmedo desapareció. Se sentó en la cama, y yo sobre él y su miembro entró dentro de mí. Me besó para callar mi gemido, lo cual al parecer, le excito...

- ¡Eh! ¡Tú niña, que estoy hablando contigo! -Gritó mi niñero y volví a la realidad. Oh, todo había formado parte de mi sensual y traicionera imaginación...

Maldito niñero playboy. #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora