Capítulo I. Despertar

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No mires atrás, no mires atrás. Debes seguir.— oí una voz que se extendió por mi cabeza. Aumenté la velocidad de mis pasos, no sabía muy bien a donde me dirigía, pero sentía que debía ir más rápido.

¿Quién eres? pregunté sintiendo cierta desconfianza hacia la voz que me aconsejaba lo que debía hacer.

—Yo soy tu y tu eres yo... ¿Pero quién es él? respondió, obligándome a levantar la vista hacia el camino que se hallaba delante de mi.

En el se encontraba un chico con el pelo platino, el muchacho me daba la espalda y dejó de dar pasos cuando cuando yo hice lo mismo.

El camino puede ser largo.— reconocería esa voz en cualquier parte, Light era quien estaba hablando. Comenzó a darse lentamente el vuelta hacia mi, pero al hacerlo, su físico cambió, dejando aparecer el físico de Elías. —Y tener muchos peligros. ¿No crees?— sus ojos azulados me fulminaron y dejaron en mi rastros de nervios.

Con ambas manos formé un puño, sintiendo como esos nervios fueron sustituidos por rabia.

¡Mia!— oí detrás de mi otra voz masculina. Al darme la vuelta comprobé que se trataba de un chico pelirrojo.

¿Simon? ¿Qué haces aquí?— pregunté dedicándole gran parte de mi atención.

¿Aquí? Si estamos en el parque de la ciudad. me miró extraňado y se pasó nervioso la mano por el pelo. Abrí los ojos como platos y decidí comprobarlo por mi misma. Aparté la vista de Simon y pude ver como lo que decía era cierto.

Estabamos en el tranquilo y vacío parque de la ciudad. Era otoňo, las hojas de los árboles se encontraban por el suelo. Un viento ni frío, cálido soplaba y se llevaba algunos mechones de mi cabello.

Estaba segura de que antes no nos hallabamos en el parque, tenía más bien la sensación de estar en un campo o algo similar a ello. En esos momentos me había olvidado por completo de que Elías estaba detrás de mi, volví a darme la vuelta hacia él, encontrando a su lado a un hombre en traje.

Los ojos de este mi fulminaban de tal manera que parecía querer matarme con la mirada. Se trataba de JT, quien dejó aparecer una sonrisa divertida en su rostro.

Hija, ten cuidado. una voz femenina rompió el desagradable silencio que reinaba entre nosotros. Al darle mi atención a la persona que había dicho esas palabras, pude comprobar que fue mi madre quien lo dijo.

Mamá. suspiré confundida.

¿Qué demonios hace todo el mundo aquí?

Ellos son malas personas... Quieren hacerte daño, quieren utilizarte.— continuó mi madre, logrando con esas palabras que los latidos de mi corazón se acelerasen.

Es mejor que mueras, así podrás estar tranquila. Vamos, ven con nosotros.— al lado de mi madre, de la nada apareció un hombre. Su voz era tranquila y cálida, pero al mismo tiempo severa.

La Última Partida (Libro 2) #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora