Parte sin título 3

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Llegamos a la enfermería, entramos y nos dimos cuenta que la enfermera no estaba. Me dejó en una de las camas y empezó a buscar algunas cosas. Lo observé embobada, aún no podía creer lo que estaba sucediendo.

 Se detuvo en cada estante buscando , para luego ir donde estaba yo con alcohol, vendas y algodón. Se acercó lentamente, en un instante estaba demasiado cerca de mi rostro; el calor subió por mi cuerpo cuando tomó  mis mejillas y las sostenía mientras mientras examinaba mi rostro. 

No podía siquiera respirar, las sensaciones que me envolvían eran desesperantes, no sabía que hacer.

Me ardía mi mejilla derecha, y fue en ese lugar donde se dispuso a limpiar.

- auch- dije, mientras nuestros ojos se encontraban.

 Siguió limpiándome. Cerre los ojos. Sentía que si lo miraba una vez más, me abalanzaría sobre él. Creo que nunca me he sentido tan nerviosa como en ese momento. Tenía sus grandes manos posadas en mi rostro!! Me puso un parche en la zona que me ardía. Y abrí los ojos pensando que había terminado.

Lo primero con lo que me encontré fue con esas hermosos ojos felinos, mirándome, fijamente. Mi primera reacción fue bajar la mirada, pero sentía el peso de sus ojos sobre mí. Sus manos aún estaban posadas en mi rostro y mi respiración comenzó a agitarse.

Estoy en ese punto en el que no se sabe si es un sueño o la realidad. Llevábamos una eternidad mirándonos. Pensaba que eso sería todo, pero empezó a acercarse... no pude articular una palabra, mi corazón estaba latiendo como loco. Nuestras narices ya se estaban prácticamente tocando cuando ese pensamiento paso por mi mente y pasó....
mi mano se movió por su cuenta, no alcancé a percatarme hasta que su mejilla se encontraba roja.
Qué he hecho!- pensé.

Nos quedamos en silencio y me dispuse a salir de ahí, la vergüenza que sentí en ese momento era inmensa, y ver su rostro con esa cara de desconcierto fue lo peor.

No le pedí disculpas ni nada, me aleje de él y como no me siguió ni me grito, pensé que estaba a salvo, claro que odiándome a mi misma por lo tonta.

No logré llegar a la puerta, algo estaba sosteniéndome, apretando con fuerza mi brazo...

-¿a donde crees que vas?- dijo.
Puse cara de terror y no dije nada.
-¿piensas que puedes golpearme y salir como si nada?
-umm.- logré decir.
Por un momento creí que me devolvería el golpe, después de todo el me odiaba...

chocolate amargoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora