Capítulo 1.

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Todo estaba oscuro. Ainhoa podía sentir arder su cuerpo y sacudirse violentamente, después llegó una oleada de dolor punzante y luego nada. Volvía a estar oscuro. Pequeños destellos de luz y luego nada.

Sus ojos se abrieron de golpe y la luz de aquella extraña habitación gris, le dañó las pupilas lo que provocó que volviera a cerrar los ojos y llevarse sus manos a su cabeza. Lo intentó una vez más, pero esta vez los abrió más despacio. Se acostumbraron a la intensidad y entonces empezó a ver a su alrededor.

Las paredes eran de metal; no había ninguna ventana. Un olor extraño invadía el lugar y le provocaba una picazón en la nariz. Había una mesa metálica en el centro de la habitación y otra más chica que estaba a un lado de su cama con algunas cosas que ella desconocía. Y de momento no estaba interesada en saber qué era exactamente lo que había; más bien, estaba interesada en saber en dónde estaba y el cómo había llegado hasta aquel sitio extraño.

Su cabeza dolió unos segundos y Ainhoa tuvo que sujetarla mientras pasaba el dolor. A su alrededor habían unos aparatos, ella los había visto una vez... en un hospital. Entonces las imágenes volaban una tras otra dentro de sus memorias y fue cuando comprendió que, muy probablemente, estaba en un hospital.

Tocaron a la puerta y después se abrió lentamente, Bruce Banner, el hombre que había conocido hacía menos de dos semanas estaba ahí, de pie cerrando la puerta de la habitación.

― ¿Cómo te sientes? ― Pregunta él mientras se acerca a la cama. Ainhoa no sabe qué hacer o qué decir ―. Tal vez estás un tanto desorientada ― vuelve a decir mientras se acerca a la mesita y ve frasco tras frasco ―. Vaya, sí que te tenían sedada.

― ¿Sedada? ― pregunta ella apenas con un hilo de voz.

― Sí, cuando te encontraron estabas en muy malas condiciones, peor que cuando nos encontramos por primera vez ― Ainhoa recuerda su encuentro y también recuerda que tenía su pierna lastimada.

Sentía la necesidad de salir corriendo, pero antes de eso necesita saber si sus pies estaban en la condición adecuada como para resistir una carrera. Por ende, Ainhoa empieza a mover suavemente sus piernas, pero una punzada dolorosa le impide continuar y su rostro se deforma con una mueca de dolor.

― ¡Hey! Debes descansar, estarás segura aquí ― Dice Banner intentando tranquilizarla.

― ¿En dónde estoy? ― pregunta al fin, cuando el dolor le dejó articular.

― No... puedo decirte con exactitud en dónde estás ― Banner mira nervioso a una de las esquinas superiores de la habitación ― sólo puedo decirte que estás a salvo.

― Vaya ― Ainhoa dice molesta.

― ¿Qué buscabas en aquel lugar? ― pregunta Banner un tanto nervioso, sus manos estaban dentro de sus bolsillos y su mirada se mantenía fija en Ainhoa―. ¿Trabajas para Hydra?

La última pregunta fue con un tono muy diferente, más serio, tenso. Esas palabras habían salido tensas como si tuviera miedo de la respuesta, pero Ainhoa negó con la cabeza suavemente, no quería repetir el dolor punzante de hacía un momento atrás.

― ¿Cómo llegaste a las instalaciones...?

― Seguí unas pistas, unos rumores ―Ainhoa interrumpió a Banner, quien la miró detenidamente y escuchó paciente ―. Cuando nos separamos, en aquel mercado... escuché a una mujer hablando sobre un lugar en donde hacían una búsqueda, hablaron sobre un hombre, un tal Drake.

Y antes de que Ainhoa continuara contando su historia a Banner, la puerta se abrió casi de par en par con un fuerte golpe, entró un hombre de cabello negro, con ropa cómoda y con una sonrisa que a Ainhoa no le agradó. Parecía un profesor, o al menos ella lo veía así. Tenía barba, y había algo en su pecho que brillaba intensamente, un brillo azul claro.

All of me {Steve Rogers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora