Rubí.
El atisbo de la luz que se escapaba por las cortinas del gran ventanal de mi habitación me hicieron abrir los ojos forzosamente. Las ventanas estaban diseñadas para que aquella entrase indirectamente porque necesitaba las vitaminas del sol, pero no podía exponerme porque era propensa a desarrollar pecas, así que el abuelo trató de hallar un balance.
Me senté en la cama para adaptarme un poco más al cambio de clima y noté que estaba molida por todas las horas de vuelo y por lo agotador que había sido el día anterior. No quería parame de la cama a pesar de que tenía un millón de cosas que hacer.
De inmediato la puerta doble de la habitación se abrió y Martha entró con pasos enérgicos, detrás de ella iba una de las chicas que me recibieron cuando llegué a casa.
Yo me sostuve las sienes al verlas entrar con tanto entusiasmo y no entendía como podían hacerlo, ni siquiera tenía ánimos de levantarme de la cama gracias a estar sentada en un avión por horas; ellas se pasaban todo el día haciendo tareas domésticas y estaban frescas como lechugas.
—Buenos días señorita Clarkson ¿Cómo ha amanecido en esta mañana? —Dijo Martha al pararse en frente a mi cama. Señaló hacia el ventanal y la chica de inmediato abrió las cortinas dejando entrar la luz de una bellísima mañana de martes.
Llevaba un portapapeles en el brazo izquierdo y un teléfono en la mano derecha.
—Muy bien —Respondí anonadada — ¿Por qué suben tan temprano? —Agregué.
—El señor Blake pidió que la despertáramos. —La miré confundida con el ceño fruncido. —Son pasadas las ocho y el suele desayunar temprano. La espera en el comedor. —Luego de la muerte de mis padres, Martha se había convertido en un madre para mí y a pesar de eso nunca dejó las formalidades que le correspondían con la mera intención de no incomodarme. Lo cual agradecía bastante.
— ¿Algo más? —Pregunté. No quería que siguieran viendo el nido de pájaros que debía ser mi cabello en esos momentos.
—Si. —Sonrió. —Ella es Margot. —Dirigió la mirada hacia la chica. —Estará aquí para ayudarla en todo lo que necesite. Va a organizar sus citas y la asistirá en todo lo referente a la casa. —Lo consideraba una exageración por parte del abuelo pero preferí no decirle nada para no hacerla sentir mal. — ¿Está de acuerdo señorita Clarkson? —Logró preguntar al notar el cambio en mi expresión.
—Sí, sí. Todo bien. Un placer conocerte Margot. —Dije a la mujer de baja estatura con cabello castaño recogido en un recatado moño. Era de piel trigueña y ojos castaño claro
—Es un honor ayudarla señorita Clarkson. —Respondió ella con amabilidad.
—Muy bien. —Dijo Martha con un atisbo de sonrisa que le arrugaba la comisura de los labios. —Aquí está su teléfono, con su nuevo número. Me tomé la libertad de enviárselo a Angélica Patterson y Marian de la Paz, también les he avisado de su llegada
Abrí los ojos haciendo notar mi sorpresa, pero se lo dejé pasar porque mis amigas eran ansiosas y no iba a tener mucho tiempo de avisarles nada de eso.
—Angélica la ha llamado cinco veces y Marian solo una. —Extendí la mano para tomar el teléfono nuevo y vi que eran casi las nueve de la mañana. Había dormido como un tronco.
<<Oh aquí vamos>>
Sabía que mis amigas me iban a reprochar por no avisarles que vendría pero, si a eso íbamos, hace dos noches yo no tenía ni idea de eso. Así que hallaría la mejor manera de excusarme con ese par.
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¿Contigo? ¡No me caso! (Disponible en Dreame)
RomantikDrake Hamilton, un inglés rebelde y heredero del imperio Hamilton, sale de su natal Londres para aprender de su abuelo y convertirse en vicepresidente de Hamilton Industries. Su vida da un giro inimaginable cuando se topa con una ardiente y sensual...