5 (Editado)

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Luego de pasarme toda la mañana con la cabeza en un millón de cosas menos en el trabajo, decidí almorzar fuera por el bien de mi juicio. Necesitaba reunirme con Johnny y explicarle el lío en el que estaba metido.

Aquella conversación con el abuelo me puso en un estado de recelo con todo. No tenía ni idea de por qué las cosas habían tomado ese extraño curso pero lo que si me quedaba claro es que desde que supe del regreso de Rubí, una extraña sensación se había adueñado de mí.

—Menos mal que llegamos a tiempo, cierran a las dos. —Expresó Johnny mientras entrabamos a un increíble asadero nuevo del que todo el mundo hablaba y que yo particularmente estaba ansioso por visitar. Johnny era uno de mis mejores amigos desde la universidad. Yo no era un hombre solitario, hice buenos amigos desde niño y siempre mantuve mis amistades porque eran muy valiosas para mí.

—Sí, gracias a eso casi nos atrapa la policía. —Reproché por la velocidad alocada que había tomado para llegar a tiempo.

—Ay por favor Drake, hubieras hecho lo mismo. —Respondió con los ojos en blanco. —Y no vas a negar que fue divertido. —Reyó.

Íbamos caminando hasta la mesa y nos sentamos.

—Puede que sí, pero no estoy de buenas desde ayer. —Confieso. —Siempre dicen que los hombres no hablamos de nuestras preocupaciones porque estamos enfocados en las soluciones, pero no sabía cómo solucionar aquello así que decidí hablar con Johnny.

—Sí, lo noté. —Johnny se tomaba las cosas con más seriedad. Roy, de lo contrario, solo tenía un límite de comprensión. De habérselo dicho, su respuesta sería: <<Lo siento hermano>> y me abrazaría fuerte como el gran amigo que es, pero si seguía con el mismo tema, me acusaría de alta debilidad. A Roy no le gustaba hablar demasiado de sus problemas a menos que se tratara de una mujer, en cambio, Johnny si se prestaba para darme una visión distinta de las cosas.

—Nada ha estado bien. —Entrelacé mis dedos apoyándolos en la mesa. Sorpresivamente el lugar no estaba tan ruidoso como creía, a pesar de que había un montón de gente.

—Bien, suéltalo ya. —Dijo ansioso.

—Primero. Ayer en la mañana mientras caminaba a unas cuadras de Hamilton Industries, me topé con la pelirroja más hermosa...

—Hablado de pelirrojas —Me interrumpió dejándome las palabras a media boca. — ¿Has visto a Rubí? —Preguntó. —Me han dicho que volvió a la ciudad.

Puse los ojos en blanco. Estaba harto de que cada vez que trataba de tener una conversación Rubí estuviera en ella ¿no había otro tema que tratar que no fuera esa mujer?

—No, no la he visto y NO quiero hacerlo. —Admití.

Él se reyó. Estaba al tanto de mi antipatía hacia Rubí. —Muy bien, continúa.

—Choqué con esa hermosa pelirroja de ojos azules que nunca en mi vida había visto. Comenzó a insultarme como una loca y para apaciguarla, la besé. —Dije sonriendo. —Y no he podido sacarla de mi mente desde ayer.

— ¡¿Qué?! —Dijo escandalizado. — ¿¡Y la besaste así no más?!

Me carcajeé al ver la reacción exagerada de Johnny y lo hice desde que la mesera llegó y hasta que se fue con nuestras órdenes. El me miraba con cara de desaprobación. Johnny compartía una moralidad distinta a la mía y la de Roy, porque siempre trataba de hacer lo correcto.

— ¿Qué te pasa? —Pregunté restándole importancia.

—No se anda besando a las mujeres porque sí. Eres un famoso empresario, te puedes meter en problemas por eso. Puede ponerte una denuncia por acoso. —En parte él tenía la razón. Pero prefería no pensar en eso.

¿Contigo? ¡No me caso! (Disponible en Dreame)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora