Capitulo 2: Mentira tras mentira...

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Capítulo 2: Mentira tras mentira...

Somos fácilmente engañados por aquellos a quienes amamos.

Molière (1622-1673)

Mi corazón y mente se destruyen con cada paso, con cada látigo, con cada mentira...

Caminar dolía, pensar dolía aún más, no encontraba la forma de dejar de sentir esto, sentirme engañado, traicionado. Lo peor de todo es que no sólo yo sufriría con esta noticia, si no también mis hermanos, pero todo esto afectaría más a mí adorada madre. ¿Qué pensaría ella, y cómo actuaria cuando se enterara?

La duda me consumía al igual que el dolor.

— Jaiden, Jaiden, oye...— Escuché mientras que un golpe retumbaba en mi Cabeza.— ¿Estás bien, amigo?

— Sí...claro, sólo estoy cansado.— Me excuse un poco apenado.— Oye Bruno, ¿alguna vez has sentido un vacío en el pecho?— Pregunté.

Bruno era mi mejor amigo, con quien podía contar todo el tiempo, y sabía que no importa que me ocurra él nunca se burlaría de mí.

— La verdad no. ¿Por qué lo preguntas?— Contestó éste un poco dudoso, sabía que podía contar con él pero no era el momento para contarle lo que había visto esta mañana, ahora era tiempo de concentrarse en la clase de matemáticas no quería reprobar ninguna materia, era preciso seguir siendo perfecto aunque costara.

— Mmm...por nada, tonterías mías. Mejor pongamos atención a la clase, no quiero ser el primero a quien regañen por no poner atención.

Reí...por primera vez dolía hacerlo.

La clase transcurrió como normalmente se podría llegar a realizar. Me encontraba un poco cansado, con la mente totalmente en blanco, pero algo si estaba claro, que me encontraba por primera vez entre la espada y la pared.

— Hola, Jaiden.— Dijo una chica tras de mí con una voz dulce.
Su nombre era Rebeca, ella era mi mejor amiga, esa amiga con la que siempre se puede contar. Era un poco más baja de estatura que yo, su cabello era largo, lacio color café claro al igual que sus ojos. Vestía de una manera normal, unos vaqueros rasgados, y una blusa de manga corta color rosado.

Sonreí, o al menos eso intente.
—Hola...—Pronuncié con dificultad.

— ¿Cómo estás?— Preguntó con una sonrisa de oreja a oreja, aunque su sonrisa fuese tan radiante no me transmitía una mínima de felicidad.

— Bien... ¿Por qué la pregunta, Rebeca?

Ella solo dirigió su mirada un poco seria hacia mí, lo cual hizo que me pusiera nervioso.— Por nada, sólo me interesaba saber porqué tus ojos se encontraban tan vacíos.

— ¿Vacíos? No sé a qué te refieres.

Dije un poco nervioso, ella sólo se acercó a mi rostro tomando mis mejillas con sus manos.— Lo sabes...pero no tienes el suficiente valor como para contarle a tu mejor amiga que algo malo paso en tu muy perfecta vida. Vamos Jaiden, te conozco desde siempre, tal vez engañes a todos incluyendo a Bruno. Pero nunca me engañaras a mí...

Suspire un poco apenado.— Es difícil de explicar, Rebeca.— Dije casi en un susurro tomando sus manos para alejarlas de mis mejillas.

Ella forzó una sonrisa...entrelace mis manos con las suyas para después escuchar como un susurro un poco inaudible salía de sus labios.— ¿No confías en mí?— Miré como ésta alejaba mis manos con brusquedad al mismo tiempo que volteaba la mirada a un lugar incierto.— Si es así quiero saberlo, Jaiden.

Tome aire y la mire con un poco de pena. Ella era mi mejor amiga, una de las personas más importantes de mi vida, pero no tenía el valor para decirle que mi vida no es tan perfecta como se ve, ella tenía razón, era un cobarde, una persona que se deja llevar por lo que otros dicen.
Alguien que le tiene miedo a las críticas...

— Claro que confió en ti, es sólo que mi hermana ha tenido problemas en el colegio con unos chicos que la molestan, pero me ha prohibido contárselo a alguien más. En estos momentos estoy traicionando su confianza.

— Disculpa, no pensé que se tratase de ella. Creí que...

— ¿Qué me pasaba algo a mí?—Pregunté entre risas.

— Siendo sincera sí, creí que algo había pasado. Que te había pasado algo a ti.

Bufé mientras tomaba con ternura los cachetes de mi mejor amiga.— Es obvio que no, sabes que yo estoy perfectamente bien. Recuerda soy el chico perfecto.

— Y un engreído. ¡Ya suéltame!— Gritó apartando mis manos con brusquedad. Si que tenía un gran carácter, creo que por ello era mi mejor amiga.

— Me preocupas...— Dijo para después acercarse a mí y darme un gran abrazo el cual correspondí.

Mi novio es un ególatra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora