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Rosetta mandó su tercer mensaje al celular de su amigo, expectante por una respuesta. Por suerte, la profesora aún no la había visto, pero el hecho de que estuviera sentada en la primera fila no la ayudaba en absoluto.

Giró, encontrándose con la mirada de Calum en el fondo, quién trató de desviarla al momento en que se cruzó con la de Rosetta. Pero fue inútil, sus ojos ya se habían encontrado y la ceja de la joven estaba alzada, incitándolo a que respondiera al menos a uno de sus mensajes. Él desvió la vista, ignorándola.

La joven formuló un '¿cuál es tu problema?' casi inaudible, ya algo enojada.

Pero, al parecer, la profesora si lo oyó, tosiendo intencionalmente para atraer la atención de Rosetta, quién volteó preocupada, encontrándose con la mirada enojada de la mujer y volviendo a acomodarse en su asiento.

"Creo que a mi me corresponde preguntar, señorita, ¿cuál es su problema?"

"Um," ella tartamudeó. "No sucede nada."

El ruido de una silla arrastrándose se oyó desde el fondo del salón. "Sí que sucede."

Rosetta volteó, encontrándose con la desafiante mirada de su amigo clavada en ella. ¿Qué le pasaba? No le había hablado en días y ahora montaba una escena en frente de todo el curso.

"¿Qué estás haciendo, Calum? Podemos hablarlo después."

A todo esto, cada alumno estaba pendiente de la discusión entre ambos adolescentes, restándole importancia por completo a la clase.

"No quiero hablarlo después."

Su tono era cortante y distante, algo no muy frecuente en él.

"Bien, si todo esto es por lo que pasó el otro día en la fiesta, creo que es completamente absurdo."

"¿En serio crees que todo esto es absurdo?"

Ahora ambos estaban parados y se encontraban a escasos metros el uno del otro.

"¡Claro que lo es! ¿Por qué no solo me dices qué es lo que tanto te molesta de una vez, Calum?" le retó Rosetta, haciendo que con sus palabras un músculo se tensará en la mandíbula del chico.

"¿En serio quieres saberlo?"

"Disculpen, pero tendrán que esperar" interrumpió la profesora Johnson, ya enojada con toda la situación y nuestra repentina interrupción de su clase. "Tú le dirás todo fuera de mi clase, y tú Rosetta, lo escucharás. Pero por ahora, se van de aquí."

Calum acortó la distancia que nos separaba y me tomó de la mano, arrastrándome hasta salir del salón y así quedar solos en medio del pasillo, con sus ojos mirándome con una mezcla de entre furia y ansiedad.