Muchos son los mitos y leyendas que nos cuentan cuando niños. La mayoría de las veses, estas historias tenían como propósito obligarnos a hacer caso. "Si sales solo a la calle el hombre de la bolsa te puede llevar" o "El que dice mentiras de día, de noche lo visita el diablo" y muchas otras mas. Yo crecí en una familia donde esas historias no eran muy comunes, excepto por mi abuela Claudia. Era una mujer muy buena y alegre, a la que le encantaba contar historias que te hicieran temblar de miedo. Igualmente yo me consideraba un niño muy despierto, y por eso nunca llegaba a creer sus historias realmente, hasta que tuve la desgraciada experiencia de comprobarlo con mis propios ojos. Si bien todo paso hace ya muchísimos años ( yo tenia once y mi hermano menor Brady tenia ocho) las imágenes se mantienen nítidas en mi cabeza.
Era verano y como no teníamos escuela mis padres nos llevaron a Brady y a mi a la casa de la abuela Claudia. A nosotros nos gustaba ir porque la abuela hacia un bizcochuelo riquísimo. Además sus historias eran muy buenas, Brady ,a veces no podía dormir.
Ese día comenzó como cualquier otro, llegamos a las nueve de la mañana y la abuela nos recibió pellizcando nuestras mejillas. Nos despedimos de papá y mamá y entramos a desayunar. Luego salíamos al patio a jugar con un viejo tobogán azul, el cual la abuela decía que tenia mas años que ella, pero se podía usar. Y así lo hacíamos con Brady siempre, asta que llegara la hora de almorzar. Luego entrábamos muertos de hambre y arrasábamos con todo lo que la abuela nos pusiera delante. Una vez terminábamos la ayudábamos a limpiar la mesa y lavar los platos. Ese era el momento donde la abuela dictaba su advertencia capital. Nadie debía salir afuera en las horas de la siesta, ese era el momento donde salían los Duendes de la carne. Y luego contaba una ocasión en la que ella desobedeció y pudo salvarse por un pelo de el ataque de estas horrendas y temibles criaturas, que al parecer tenían un interés especial en los niños que rondaran afuera a esas horas de la tarde. Por eso después de almorzar venia la parte mas aburrida, mi hermano y yo nunca queríamos dormir la maldita siesta. Brady si creía sus historias al ciento por ciento, y por eso no protestaba, pero igualmente, nos quedábamos los dos despiertos mirando el techo tendidos sobre un colchón en el suelo, escuchando los ronquidos de la abuela hasta las cinco de la tarde, hora en la que los diabólicos seres regresaban a las cuevas de las que salían. Lo raro era que ese momento siempre coincidía con el despertador de la abuela.
Desgraciadamente ese día mientras mirábamos el techo con la sinfonía de ronquidos de fondo, Brady me pregunto que pensaba yo de los horribles duendes de la carne. Ojala nunca lo hubiera echo, ojala se hubiera quedado callado como siempre. Pero no fue así, el pregunto y yo le conteste.
Respondí que no creía, que según mis observaciones no era mas que una excusa para que ella pudiera dormir tranquila, sin tener que vigilarnos. Una mentira mas de todas las que nos contaba siempre. En ese momento vi un brillo en los ojos de Brady, el siempre me vio como un modelo a seguir, siempre quiso imitarme y enorgullecerme. Si yo decía que todo eso de los duendes era una mentira, lo era y no había mas de que hablar. Supongo que eso es de lo que mas me arrepiento hoy en día.
Salir afuera no fue difícil, la abuela tenia un sueño muy profundo. Nos escabullimos al patio y fuimos directo al viejo tobogán azul. Después de todo los duendes de la carne habían resultado ser una de las muchas historias inventadas de la abuela. Nos divertimos como nunca, la risa de Brady la escucho sonar en mi cabeza cada vez que veo un día tan soleado como ese. Estábamos tan concentrados en nuestros juegos que no nos dimos cuenta que ellos estaban ahí, observándonos. De repente uno salió de una de las plantas de la abuela. Era pequeño, entre unos veinte y quince centímetros. Sus ojos eran como los de un felino, su cara era como la de un humano, pero muy deforme y arrugada. Nos quedamos petrificados mirándolo a los ojos. El horrendo ser nos sonrió con una mueca de demente, exhibió todos sus dientes en forma de punta, similares a los de una piraña. El olor a orina me hizo volver en si, Brady se había mojado los pantalones y ahora temblaba de miedo. Le grite su nombre y salimos corriendo hacia la casa. Mientras tenia la vista fija en la puerta, pude notar por el rabillo del ojo que mas de esas horribles cosas salían de todos lados, sonriendo como poseídos. Los escuche emitir palabras en un lenguaje que hasta hoy no volví a escuchar. No se en que momento atraparon a Brady, solo recuerdo sus gritos desesperados. Recuerdo que me giré y lo vi rodeado por esos hijos de puta. Recuerdo sus lágrimas cuando lo mire a los ojos, y pude ver el miedo. Pude ver el miedo a morir en los ojos de mi hermano de ocho años. Esa mirada también decía que no lo abandonara, que no lo dejara solo con esas cosas... pero que podía hacer yo?. También era un niño. Le grite que iba a buscar a la abuela mientras uno se le subía por el hombro con los ojos fijos en su cuello. Sin darme cuenta estaba mirando a mi hermano por ultima vez. Cuando entre a la casa escuche su grito desgarrador que me erizo todos los pelos del cuerpo. Salí disparado al cuarto de mi abuela. Cuando la desperté a gritos tardo un poco en procesar lo que decía, pero cuando lo hizo salió corriendo al patio.
Jamás volvimos a ver a Brady. Cuando llegaron mis padres la abuela lloraba desconsoladamente. La policía nunca encontró nada y por eso archivaron el caso como desaparecido. Nunca mas volví a la casa de mi abuela, que después de unos meses de lo sucedido se suicidó ingiriendo una dosis letal de un medicamento. Obviamente yo fui interrogado, y por supuesto dije la verdad. Eso no me trajo mas que problemas, sesiones y sesiones con psiquiatras y psicólogos no pudieron sacar otra cosa que lo que yo les decía. Hoy completamente aislado en este hospital psiquiátrico sigo soñando todas las noches con la ultima ves que vi a mi hermano.
Fin.
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7 Relatos de horror
HorrorEste es el primer volumen de "7 Relatos de horror". Una obra que compila 7 de mis mejores y mas aterradores cuentos cortos del genero terror.