Corríamos. Corríamos desesperadamente. No hablábamos, ni siquiera nos mirábamos, sólo nos limitábamos a correr tomados de la manos fuertemente para no ser separados y llevar el mismo paso. Trataba de no mirar hacia atrás, pero, en ocasiones, la curiosidad me ganaba y lo hacía. Cada vez que mis ojos se topaban con la escena que se encontraba a nuestras espaldas, más pánico invadía mi cuerpo. Eran muchos. Demasiados. Pareciera una broma; no salieron mientras caminábamos tranquilamente a la casa, pero decidieron salir todos juntos cuando nos disponíamos a regresar. Pareciera como si se hubiésen escondido entre los arbustos mientras nos vigilaban y esperaban a que saliéramos. Había de todo, desde hombres y mujeres, hasta niños. Estaban todos iguales con la ropa hecha jirones, ojos color azul blanquecino, carne putrefacta desprendiéndose de su esqueleto, con sus manos extendidas y dedos desollados caminaban hacia nosotros, pero lo más horrible era su rostro. Ojos de hambre, parte de la piel de cada una de sus caras arrancadas, bañados en sangre completamente, con restos de carne humana y animal en sus dientes mugrientos y podridos que ansiaban probar carne fresca y, esa carne, era la del hermoso chico militar y yo. Llevábamos una carrera súper agitada, jamás pensé que podía correr a tal velocidad, pero, teniendo en cuenta la situación en la que me encuentro, cualquier persona rebasaría sus habilidades físicas. Aiden me sostenía fuertemente la mano izquierda mientras me conducía por la carretera buscando con la mirada algún lugar donde refugiarnos hasta que nuestros perseguidores desaparecieran.
Mientras corríamos, observé una vez más como se encontraba la situación a nuestras espaldas. Los errantes, lentos, pero sin dejar de acumularse y acortar la distancia que los separaba de nosotros, ya se encontraban bastante lejos. Doblamos una esquina a mano derecha y, a poca distancia, divisé un callejón sin salida a mano izquierda en el cual se posaban varios contenedores de basura y se me ocurrió una idea. Sin pensarlo mucho, tiré del brazo de Aiden fuertemente para arrastrarlo conmigo. De momento me miró con una expresión que me dijo "¡estás loca!", pero, cuando le señalé los contenedores, captó mi mensaje y me siguió inmediatamente. Doblamos en una corrida frenética a mano izquierda y nos adentramos en el callejón. Corrimos desesperadamente y, tan pronto me topé con el primer contenedor, alcé la tapa del mismo y me lancé en su interior arrastrando a Aiden conmigo. Aiden tropezó un poco, pues no esperaba que me lanzará en el interior del contenedor casi sin reducir la velocidad, por lo que nuestras manos se soltaron mientras yo caía dentro del contenedor mezclándome con la basura. La caída fue amortiguada por las bolsas de basura, por lo que no me causó daño alguno, cosa que agradecí mentalmente al cielo. Mientras intentaba ponerme de pie en en todo ese reguero de fundas repletas de basura y resbaladizas por líquidos que no logré identificar, vi como la silueta de Aiden volaba y se adentraba en el contenedor. Cuando cayó, lo hizo de pie y luego se resbaló y cayó de espaldas con un gemido de dolor que reprimió un grito. La tapa del contenedor había quedado abierta y, como Aiden parecía estar herido, cosa que me preocupó muchísimo, logré ponerme en pie y trate de cerrarla. El contenedor era de bastante profundidad y yo era de baja estatura, por lo que me costó unos cuantos segundos lograr atraparla y cerrarla. Una vez la cerré, la oscuridad invadió el contenedor tragándonos en las sombras a mi compañero y a mi. Inmediatamente, me dispuse a buscar a Aiden.
-¡Adien! ¿Dónde estás?-pregunté medio gritando, pero sin hacerlo, en un fuerte susurro. Me detuve esperando una respuesta, pero lo único que alcancé a percibir fue el eco de un quejido de dolor el cual provenía de mi lado derecho. Me giré rápidamente como pude y me desplacé hacia la fuente del quejido tanteando las bolsas de basuras en busca de mi compañero. Me tomó un minuto aproximadamente encontrarlo. Mientras caminaba lentamente, tropecé con lo que parecía ser una de sus piernas y caí de bruces en una bolsa de basura empapada de líquidos viscosos muy desagradables mientras él emitía un quejido de dolor.
-Disculpa, no veo nada.-articulé con un poco de nerviosismo temiendo que tuve que haberlo lastimado gracias a mi torpeza.
-No te preocupes, seguramente si hubiese sido yo me hubiese pasado lo mismo.-replicó con su grave y melodiosa voz llenado el silencio del contenedor. Me incorporé y tanteé suavemente las bolsas de basura dejándome llevar por el sonido de su voz para encontrarlo hasta que me topé con su mano. El calor de su cuerpo me relajó un poco y me dispuse a acomodarme a su lado. Una vez a su lado le cuestioné con voz preocupada:
-¿Estás bien? ¿Te lastimaste?-a lo que él contestó:
-Sí, no te preocupes. Sólo que, cuando me resbalé, me lastime un poco el tobillo, pero ya el dolor se redujo bastante. Fue sólo un dolor momentáneo.-suspire de alivio y repliqué:
-¡Oh, que bueno! Me asustaste cuando reprimiste el grito de dolor, pensé que te habías lastimado mucho.-Tomó mi mano y contestó:
-Gracias, pero no te preocupes, en unos minutos estaré bien.-el tacto de su mano contra la mía me produjo una sensación de corriente que se extendió desde mi mano hasta la nuca, pero no rompí su contacto. Salí de ese momento de limerencia* y le pregunté:
-¿Puedes ponerte de pie?-rápidamente contestó:
-Creo que sí.
-A ver, vamos, yo te ayudo.-tomé su brazo y lo pase por mis hombros. Luego de esto, lo ayude a ponerse de pie lentamente llevando todo su peso en mis hombros.
-¿Puedes caminar?-pregunté nuevamente.
-Sí, a lo mejor con un poco de cojera, pero nada que no me impida caminar.-dicho esto, se estabilizó completamente liberándome de su peso, pero sin quitar su musculoso brazo de mis hombros.
-Ya han pasado varios minutos y no hemos escuchado ningún indicio de que nos hayan seguido, seguramente se desviaron y ya deben estar bastante lejos.-dije buscando una respuesta a cual era el próximo paso.
-Cierto. Voy a verificar. Abriré un poco la tapa y miraré y, si no veo indicios de ellos, saldremos lentamente y sin causar ruidos para no atraerlos.-contestó.
-Buena idea.-repliqué si oponerme aunque estuviera un poco lastimado del tobillo. Aunque quisiera, no podría oponerme, pues, si no verificaba él, ¿quién lo haría? Yo no puedo, soy muy pequeña y para cerrar la tapa estuve casi un minuto completo luchando, me tradaría una eternidad trepar, alzar la tapa un poco y mirar al mismo tiempo.Aiden pasó lentamente su brazo por mis hombros rompiendo así todo contacto que tenía su cuerpo con el mío. Se deslizó suavemente, intentando no resbalar, y yo lo seguí hasta que se detuvo frente a la pared metálica frontal del contenedor. Escuche como se estiraba y trepaba por las bolsas de basura hasta llegar a la tapa, la cual abrió lentamente solo unos centímetros. Un rayo de la luz del día entró repentinamente directo a mis ojos, cegándome por completo. Entorné mis ojos y los cubrí con mi mano en lo que me adaptada a la luz, pues tantos minutos en la plena oscuridad hacían que el repentino rayo de luz resultara doloroso para mis ojos. Una vez mis ojos se adaptaron, contemple como el chico de los ojos de tiburón meneaba la cabeza lentamente observando en todas las direcciones posibles, en busca de algún peligro que nos impidiera salir. Mientras él observaba, mis ojos se concentraron en su fuerte espalda cubierta por la camisilla negra que llevaba puesta que hacía que su tez blanca se viera más pálida de lo que era. Sus atractivos brazos tensados por el esfuerzo haciendo brotar todo los músculos a la vez. Este chico de verdad que tiene un cuerpo impresionante. Salí de mi estupefacción cuando lanzó hacia atrás la tapa del contenedor abriéndola completamente, al parecer, si habíamos logrado desviar a los errantes. Bajo nuevamente y se dirigió a mi diciendo:
-Creo que logramos perderlos. Salgamos de aquí, ya deben ser casi las cuatro y quedamos en que íbamos a volver a esa hora a la tienda.-asentí a modo de respuesta. Me extendió la mano para que llegara hasta él y así lo hice, desplazándome lenta y cuidadosamente por el contenedor. Una vez llegué hasta donde él, me hizo señas para que me parara frente a la pared metálica frontal del contenedor y retrocedió un poco para quedar a mis espaldas. Me tomó de la cintura enviando una corriente eléctrica por todo mi cuerpo, pero hice caso omiso y trate de concentrarme en sus ordenes.
-A la cuenta de tres, salta. Te ayudaré a elevarte para que puedas salir. Cuando salgas, trata de aterrizar lo más silenciosamente posible. ¿Entendido?
-Entendido.-contesté acatando sus ordenes.
-Muy bien, voy a contar. ¿Lista?
-Sí.
-Correcto, aquí voy. Uno, dos y... ¡Tres!-inmediatamente di un salto y me eleve lo suficiente para llegar al borde del contenedor gracias a la ayuda de Aiden. Sus brazos fuertes me alzaron fácilmente, como si fuera una hoja de papel, y logré apoyarme en el borde. Una vez en el borde, me lancé fuera del contenedor e hice el menor ruido posible. El estruendo de mi caída fue bajo, gracias al cielo. En menos de un minuto, ya Aiden se encontraba a mi lado. Verifico una vez más con la mirada y, cuando comprobó que no había ningún peligro, me habló:
-Muy bien, zona libre de errantes. Iremos de vuelta a la tienda, pero antes de comenzar la marcha, quiero decirte algo.-unas punzadas de nerviosismo me recorrieron el cuerpo. ¿Que me querrá decir? Asentí esperando sus palabras.
-Fue muy inteligente de tu parte el haber tomado esta dirección y arrástrame al contenedor. Gracias, de verdad. Si no se te hubiese ocurrido esto, probablemente estaríamos siendo despedazados por esas horribles cosas en estos momentos. Lo digo en serio, gracias.-sus palabras me dejaron un poco impresionada. Por lo que contesté entre tartamudeos:
-No te preocupes, gracias a ti por arriesgar tu vida por un capricho mío.
-No es ningún capricho, Kat. Si fuese yo fuese tu y mi mejor amigo o mi hermano fuera Meggan, yo hubiese hecho lo mismo.-me animaron un poco esas palabras y sonreí.
-Cierto, seguramente lo hubieses hecho.-me devolvió la sonrisa curvando sus carnosos labios a medio lado, sacándome de mi concentración, y me trajo a la realidad cuando su grave voz que resonó en el silencio:
-Bueno, ya es hora. Vamos.-asentí y lo dejé en frente para que fuese él quien dirigiera el camino esta vez.
Caminamos y salimos del callejón. No había nada ni nadie o, al menos, eso parecía. Me dirigió una mirada fugaz encontrando sus hermosos ojos negros como pozos con los míos claros como el caramelo y comenzamos a caminar silenciosamente de vuelta a la tienda.*Limerencia: estado de trance por atracción al sexo opuesto.
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Mundo En Catástrofe
Misterio / SuspensoTodo en el mundo estaba bien, pero un día todo cambió. El sistema de gobierno decayó, todas las personas comenzaron a sentir el caos y se dejaron llevar por la locura de no saber que hacer cuando se dieron cuenta de que era lo que estaba pasando. To...