p r ó l o g o

14.9K 1.1K 207
                                    

Mala Sangre

La espesa esfera de humo decoraba imponente toda la planta de luz de Seúl en Corea del Sur. El excesivo movimiento de sillas por los aires, disparos, gemidos de dolor, y un arsenal completo de armas ululaban en el piso cinco.

Kyungsoo se las ingeniaba para permanecer de pie, aún cuando tenía la pierna herida. Uno de los hombres de negro estaba lanzando golpes al azar y Kyungsoo se debatía entre soplar sus uñas o reírse del tipo por lo torpe y descoordinado que era. Contundente, de una patada con su pierna buena, logró derribarlo y enviarlo a un paseo largo por la calle de la inconsciencia.

—¡Jongin, a tu derecha! —Kyungsoo advirtió a su compañero.

Jongin corrió lejos del lugar antes de que una bala casi impactara en sus costillas. Esbozó de esas sonrisas de agradecimiento que valían más que mil palabras y enseguida tomó un arma suelta en el piso y disparó tres veces hasta que el tipo se vio ensangrentado en el piso, totalmente muerto.

Ambos se reunieron en el lugar de las oficinas peleando a puño limpio con tres hombres. Eran el equipo de novatos que más destrezas tenía. Un equipo envidiable. Habilidades imponentes realzaban su curriculum y hazañas increíbles les otorgaron el título a los Novatos del Año durante tres años seguidos.

Kyungsoo era mayor que Jongin a penas por un año; tenía diecinueve años y era de armas tomar, un juego completo de inteligencia y fuerza desmedida. Pequeño pero peligroso, decía la gente cuando le veía pasar. Jongin por su lado era un chico alto con habilidades increíbles. Tenía una elasticidad en el cuerpo que le hacía el protagonista indiscutible a la hora de eludir alarmas de sensor.

Y ambos eran el mejor equipo.

Los mejores amigos.

Los mejores compañeros.

—¡Kyungsoo, arriba! —gritó Jongin cuando uno de los tipos que estaba resguardando la planta cayó de uno de los tubos de ventilación dispuesto a herir a Kyungsoo con una filosa navaja.

Kyungsoo rodó por el piso y miró a su alrededor buscando un arma con qué defenderse. Estaba acorralado contra un escritorio de oficina y una pared. Estaba, para qué negarlo, un poco nervioso. Si fracasaba en aquella misión era su fin.

Y el de Jongin también.

Era una misión de alto riesgo, su misión, la que los catapultaría al anhelado puesto de Espías Certificados, con graduación, placa y diploma. Parecía una misión fácil, pero no lo era. Estaban en la Planta de Luz de Seúl de Corea de Sur recuperando la documentación que probaba que Choi Si Won había malversado recursos del país; documentación, además, de asesinatos y robos alrededor de diez años. La documentación era una joya y el que Kyungsoo y Jongin pudieran tenerla en sus manos, a salvo para la Compañía de Agentes Wu, era el mayor avance en su carrera. Era su sueño, crecieron juntos añorando el momento en que dejaran de ser sólo novatos para convertirse en agentes de verdad, con misiones reconocidas.

Pero peleando con veinte hombres de todas las musculaturas posibles no estaba siendo un paseo precisamente.

—¡Kyungsoo, toma! —Jongin, a unos veinte pies de distancia, le lanzó a Kyungsoo un arma semiautomática de las que estaban cerca de él—. Sólo dispara.

Bad Blood → KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora