Bad Blood → KaiSoo

s e i s

Recuerdos, un poco de celos y desacuerdos.

—¿Por qué nunca puedes despertar temprano? —acusó Kyungsoo, tratando de esconderse debajo del techo de una parada de autobús—. Por tu culpa estamos retrasados, y no conforme con eso, mojados.

La persona a su lado, protestó con mohín incluido, recostándose de su hombro e intentando dormir nuevamente como si no estuviese lloviendo a cántaros y como si no tuvieran una hora y algunos minutos de retraso para su clase de Defensa Personal en la agencia.

Kyungsoo indignado echó a Jongin, su mejor amigo, a un lado y este rebotó contra una de las vigas de la parada, seguido de eso, su voz quejumbrosa se escuchó resonar en el lugar. «Te lo mereces» pensó Kyungsoo.

—Hyungggggg~ ¿Por qué eres así? —refunfuñó Jongin—. Soy la única persona que se junta contigo, y con todo y eso que engalano tu presencia, me tratas peor que a Monggu.

—¿Por qué hablas como si yo no tuviera otra opción? Te recuerdo que no tengo más amigos porque siempre que alguien se me acerca ladras peor que Monggu.

Jongin se llevó una mano al pecho con toda la indignación que pudo dramatizar. Sus palabras luego de eso fueron «Es que este mundo es cruel, hyung» y otras cosas que sonaban a «Debo protegerte del peligro ¿que tal si se te acerca un loco e intenta malograrte».

Kyungsoo rodó los ojos varias veces antes de echarse a reír porque «Hyung, no confió en ese tal Kris Wu, y no me importa que sea el hijo del jefe. Es raro y te observa mucho». Kyungsoo suspiró porque este Jongin, el que tenía al lado, era el Jongin que había estado idiotizándolo últimamente. No lo podía explicar, sencillamente era así.

Era algo que poco a poco había estado albergando en el corazón. Había comenzado la etapa de la curiosidad, la etapa en la que se preguntaba muchas cosas, como por ejemplo el hecho de que su corazón latía desenfrenado en el pecho cada vez que Jongin se paseaba sin camisa después de los entrenamientos en la agencia —y no es como si no lo hubiese visto antes así, sólo que ahora era completamente diferente, emocionante—. Sus hormonas estaban disparadas, se sentía curioso y ansioso; sobre todo eso, ansioso por la presencia de Jongin.

Mientras la lluvia abrasaba las calles de Seúl, Kyungsoo se deleitó con la parsimoniosa respiración de Jongin sobre su hombro, su suave estancia, su boca fruncida en un puchero porque «Hyung, estás muy flaco. Tus huesitos me lastiman». Lentamente, Kyungsoo se perdió a sí mismo entre cada paso que daba Jongin; detalle tras detalle, Kyungsoo descubrió entre el frío del invierno y la cálida presencia de Jongin que había más en él que una amistad. Poco a poco fulguraban sentimientos distintos, que el amor le tocaba descaradamente la puerta, y las sensaciones se disparaban tras una ingenua sonrisa.

Kyungsoo comenzó a preguntarse qué se sentiría besar los abultados labios de Jongin, tocar sus brazos, acariciar las distintas curvaturas de su cuerpo, perderse entre un poco de aquí y otro de allá.

Nada más pensarlo, hacía que el cuerpo de Kyungsoo entrara en colapso de sentires, distintas emociones; una guerra de hormonas dentro de él.

—Hyung, ¿te encuentras bien? Estás todo rojo —Jongin preguntó, con el rostro de alguien totalmente preocupado.

Kyungsoo sintió vergüenza; su rostro estaba rojo producto de sus pensamientos, su mente le jugó una muy osada jugada, debió sólo cavar un hoyo y desaparecer.

—Estoy b-bien, Jongin-ah —respondió entre titubeos—. Mejor vamos andando antes de que se haga más tarde.

Jongin volvió a protestar porque «Hyung, pero si todavía está lloviendo. Me puedo resfriar, sabes como soy» y entre golpes y quejas, Kyungsoo respondió algo que sonó como «No me interesa, la próxima vez levántate más temprano».