Dos días después de la graduación de la escuela secundaria, un grupo de amigas y yo, decidimos ir al famoso Centuriapark que había sido inaugurado en la costa de la ciudad de Valmira una semana atrás.
Era el primer parque de diversiones que abría sus puertas en mi país, por ese motivo mis cuatro amigas y yo decidimos asistir lo antes posible sin pensarlo dos veces.
El día elegido por nosotras fue bastante bueno, la temperatura era perfecta y las nubes no se movían su lugar. Todo estaba empezando bien, ni la cantidad de personas ubicadas en largas filas para ingresar nos desanimaron, nosotras esperamos con paciencia porque ese era nuestro gran día.
Una vez dentro del Centuriapark todo se volvió fantástico, parecía que nos encontrábamos en otro mundo. No dejábamos de tomar fotos, compramos recuerdos en unas tiendas bonitas y canjeamos cada vez más y más tickets en los juegos más pequeños.
El parque era colosal, al principio optamos por estar juntas pero pasadas unas horas quisimos ir a lugares diferentes dentro del parque, dos querían ir por el lado temático de dinosaurios, las otras dos querían ir a visitar las lagunas y yo solo quería subir por primera vez a la rueda de la fortuna.
—¿Y si nos dividimos? —propuso Sidney—. En dos horas nos encontramos aquí —señaló el letrero que teníamos encima de nuestra cabeza— y si alguna no llega a tiempo llamamos a su teléfono para ir en su rescate.
Todas asentimos.
—Estoy de acuerdo contigo, pero Zenda no va a tener con quien ir, —Britt me miró antes de concluir su frase—. No la podemos dejar sola.
—Está bien por mi —respondí sonriendo— va a ser genial pasear sin tener a cuatro chicas molestosas.
Las cinco reímos y después de unos minutos, los cuales me parecieron eternos porque mis amigas se querían asegurar de que me iba a sentir bien con la decisión tomada, cada una se dirigió a su destino. Dos de ellas en rumbo al lado temático de dinosaurios, las otras dos no dudaron en visitar las lagunas y yo caminé con la mirada fija hacia la rueda de la fortuna.
Me ubiqué al último en la larga fila que se había formado. Para mi mala suerte casi todas las personas que iban antes que yo en la fila se encontraban con sus parejas besándose y los que estaban ubicados inmediatamente antes que yo no se controlaban. Ellos se besaban de tal manera que no dejaban de empujarme al mismo tiempo que hacían sonidos extraños, respiré para tranquilizarme porque ya me estaba enojando, cada segundo recibía un golpe en la cara por parte de la chica que se encontraba eufórica.
—¿Por qué mejor no van a un hotel? —preguntó alguien que se encontraba detras de mi.
Giré la cabeza para ver quién había sido la persona que me ayudó y cuando lo vi sonreí de inmediato. Sus ojos eran negros y muy bonitos a mi parecer, su cabello igual, vestía una camisa blanca y su expresión denotaba autoridad.
Después de la intervención del joven desconocido la pareja empezó a comportarse como una pareja normal y por fin dejaron de golpearme.
—Gracias —le dije en voz baja.
—No hay de qué —me respondió sonriendo y entrecerrando un poco sus brillantes ojos.
Las personas empezaron a bajar de la rueda y los que esperábamos nuestro turno en la cola sacamos el boleto, empezaron a entrar las personas hasta llenar todos los círculos flotantes que contenía la rueda. La pareja que minutos antes necesitaba ir a un hotel acababa de entrar y cuando fue mi turno de enseñar el boleto cerraron la pequeña puerta de rejas.
—Disculpe señorita pero tendrá que esperar al siguiente turno —me dijo la joven encargada de hacer ingresar a las personas.
—Está bien —respondí. Después de todo igual subiría a ese juego, solo debía esperar un poco más.
ESTÁS LEYENDO
Billete de la fortuna ©
Short StoryHistoria corta que en tres capítulos narra la historia de Zenda y Luke quienes se conocen al pie de la rueda de la fortuna. Una historia donde las casualidades hacen lo suyo. 🎡🎡🎡 __________ - Instagram: AnissaMascialli