Al principio esperé su visita con ansias, cada vez que sonaba el timbre de mi casa iba corriendo a abrir la puerta pero nunca fue él. Quizá no recibió el billete, quizá se olvidó de mi. ¿Quién iba a recordar a una chica que conoció al pie de la rueda de la fortuna? ¿Por qué creí que vendría? ¿Por qué no vendría?
Cinco años después aquel día en el Centuriapark solo quedó como un bonito recuerdo.
Las cinco chicas que fuimos esa vez al parque de diversiones seguíamos conservando nuestra grandiosa amistad, nos frecuentábamos cada fin de semana y como Britt estudiaba conmigo en la misma universidad nos dimos un pequeño tiempo para trabajar juntas en las tardes después de clases en nuestro tercer año de carrera.
En el Centuriapark de este año estaban necesitando señoritas para vender golosinas en las pequeñas tiendas infantiles, debido a la mayor acogida la demanda de golosinas y comida aumentó, visitantes hasta de otros países venían a Valmira por la gran variedad de atractivos que se renovaban cada seis meses. Entonces, Britt y yo –ahora de veintiún años de edad– nos inscribimos para el puesto, pero no lo conseguimos. Pensamos que estaba todo perdido pero este año el papá de Sidney abriría un pequeño negocio de postres, había pensado en trabajar él mismo ahí o darle el puesto a su hija –no quería contratar a personas extrañas por miedo a que lo asalten como una vez lo hicieron– así que optó por contratarnos a Britt y a mi.
Empezamos a trabajar con mucho entusiasmo y después de dos semanas conocíamos por completo todo el gigantesco parque y qué atractivos nuevos eran los que estaban más llenos de gente, siempre había alguien preguntándonos dónde se encuentra tal o cual lugar.
Britt y yo esperábamos con ansias la hora de almuerzo porque a esa hora casi nadie compraba postres, la mayoría de personas compraba almuerzo a dos puestos mas allá, otros llevaban comida escondida y lo bueno del almuerzo era que Britt y yo teníamos tiempo para descansar y comer tranquilas.
—Zenda, iré a comprar comida —avisó— hoy no traje almuerzo... ¿Deseas algo?
—Sí, por favor. Compra lo mismo que tú vas a comer —respondí entregándole dinero de mi bolsillo. Aquel día el joven que nos entregaba comida en el puesto no iba a asistir porque su hijo recién nacido estaba enfermo.
—De acuerdo, vende mucho —añadió después de recibir el dinero y se retiró.
Me quedé sola en el pequeño puesto y como noté que no habían bolsas de papel en la vitrina me agaché para sacar unas del cajón de abajo.
—¿Me vende una porción de la torta de chocolate? —era la voz de una niña de aproximadamente tres años de edad por la forma en la que articuló las palabras.
—De inmediato, pequeña —dije casi sin mirarla y empecé a cortar la rebanada de torta, la coloqué dentro de una caja de cartón y de reojo noté que un señor era el que la estaba llevando en brazos pero no podía ver la cara de ese señor porque el cabello de la niña y su constante movimiento de manos no me lo permitía.
Me acerqué a entregarle las cajitas y la pequeña me entregó el dinero, cuando revisé que el billete no sea falso vi lo que esperaba volver a ver cinco años antes. ¡En el billete estaba escrita mi dirección
Quizá Luke no lo ha visto todavía, quizá el billete nunca pasó por sus manos —pensé.
Mirar de nuevo el billete me hizo volver a pensar en él aunque sea un momento.
—Zenda de veintiuno —habló el tipo que tenía a la niña en sus brazos— no has cambiado en nada, tu voz es igual de bonita.
En ese momento mi corazón latió más rápido de lo normal. Volví a mirar al tipo que ahora tenía nombre.
—¿Luke? —dije incrédula. Él tampoco había cambiado mucho.
—¡Zenda! —exclamó bajando a la niña que llevaba en brazos—. Pensé que no me recordabas.
—No he olvidado al billete de la fortuna ni al joven que lo debía recibir —respondí señalando el billete que me acababa de dar la niña.
Él rió. Seguía teniendo esa hermosa mirada y ese hermoso todo que hacía de él un chico inolvidable que ya tenía veintitrés años.
—Anda con mamá —le dijo a la niña y ella obediente fue corriendo hacia donde estaba una joven muy bonita que la recibió con los brazos extendidos y le dio un beso tierno en la frente.
—¿Es tu hija? —le pregunté sin dejar de mirar esa escena, me sentí un poco triste pensando que quizá yo era la única que pensó en él todo este tiempo. Él rió aún más fuerte.
—Se parece a mi, ¿verdad? —volteó a ver a la niña orgulloso—. Esa mujer que vez junto a la niña es mi hermana. ¿Recuerdas que te hablé de mi hermana mayor? Por ella vinimos al parque cinco años atrás, por ella te conocí.
Oh no.
Otra vez los recuerdos de ese día volvían atraídos por esa sonrisa inigualable que tenía Luke.
—Sí, lo recuerdo —dije aliviada de que no tenga hijos. Me mordí el labio para no sonreír.
—¿Podemos ir a comer uno de estos días? —preguntó al mismo tiempo que inclinaba la cabeza hacia un lado.
—No, mejor no —respondí casi de inmediato—. No quiero incomodar a tu novia, no quiero que se enoje ni que...
—Zenda, no tengo novia.
Su respuesta fue tan rápida y no podía creerlo. Luke me seguía mirando en busca de una respuesta. En ese momento llegó Britt con la comida, se sentó lo más lejos que pudo y sacó despacio los platos como si no nos hubiera visto. Luke no me dejó de mirar ni un segundo.
—Entonces, Zenda de veintiuno —se apresuró Luke en decir— ¿Saldrías conmigo esta noche?
¿Esta noche?
Primero me preguntó si saldría con él uno de estos días, ahora me dice para salir esta noche —me dije.
Volteé a mirar a Britt quien sabía toda esta historia y me hizo una señal afirmativa con la cabeza, no sabía qué decir pero confiaba en Britt y ahora también confiaba en Luke.
—Ya tienes mi dirección —le dije mientras apoyaban mis manos en la vitrina— te espero hoy a las siete.
—Entonces hasta las siete, Zenda.
—Hasta las siete, Luke.
Después de sonreir caminó hacia donde estaba la mujer con la niña, se había sumado a ellos un hombre que llevaba de la maño a la hermana de Luke mientras la niña comía la torta de chocolate. Al ver a Luke le ofreció un poco y él la llevó cargada en sus brazos hasta que se perdió de mi vista.
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Billete de la fortuna ©
Kort verhaalHistoria corta que en tres capítulos narra la historia de Zenda y Luke quienes se conocen al pie de la rueda de la fortuna. Una historia donde las casualidades hacen lo suyo. 🎡🎡🎡 __________ - Instagram: AnissaMascialli