La gran muralla, que tardamos años en construir, se desvaneció en cuestión de segundos. La confianza, que nos costó tanto zanjar, se perdió con tan sólo una palabra. Y yo, que finalmente había encontrado la salida del laberinto en el que estaba perdida mi vida, recaí.
Sólo alguien como ella podía jugar así en mi contra. Podía destruirme sin darme cuenta si quiera.Angelina era el huracán. George era la víctima.
Y lo sabía. Claro que lo hacía. Pero mi orgullo siempre sería más caprichoso que todas las demás cosas. Me costaba admitir que, desde el momento en el que decidimos empezar de cero, ambos nos estábamos perjudicando. Me costaba admitir que estar con ella, conllevaría vivir eternamente con su recuerdo. Me costaba admitir que, aunque había puesto la máxima resistencia, estaba enamorado de ella.
Eso me hizo preguntarme: ¿Y ella lo estaba de mí?
De nuevo, Angelina hizo que después de tanto tiempo, evocara su recuerdo de la peor manera posible. Nunca decía su nombre, pero Fred, marcó un antes y un después en mi vida. Tras su marcha, ya no fui el mismo. Maduré y comencé a tomarme todo con más seriedad. Poco a poco, me envolví en una coraza que yo mismo creé. Y me quedé allí, inmune a mi alrededor.
Hasta aquel día, en el que nos reencontramos. Cuando después de tantos años, nuestros ojos se miraron, sentí algo en mi interior que no había sentido desde aquel mes de mayo: felicidad. No sé que pensó ella, pero su sonrisa habló por sí sola.Desde ese momento, estuvimos al lado días y noches. Atardeceres y amaneceres. Compartíamos anécdotas y sueños por cumplir. También risas y alguna que otra lágrima.
Con el paso del tiempo, nos dimos cuenta de que no podíamos estar el uno sin el otro. Las palabras se convirtieron en caricias. Y las caricias, en besos. Besos, que no tenían sentido, pues ninguno sabía sus sentimientos hacia el otro. Por mi parte, estaba confuso. Cientos de preguntas rondaban mi mente cuando estábamos juntos.¿Qué estaba haciendo?¿De verdad quería besarla?¿Ella no era de mi hermano? En ese caso, ¿por qué no dejaba de verme con ella?
Las respuestas llegaron por sí solas cuando empezamos a salir. Todo ocurrió muy deprisa, como el desintegro del ave Fénix. Había encontrado el porqué a todas aquellas preguntas sin responder.
Estaba enamorado de Angelina Johnson.
Aún el día de mi boda, me preguntaba si ella me querría. Y aquella noche, me lo dejó claro.
Angelina Johnson había deshecho la coraza en la que había estado atrapado años. Su simple presencia a mi lado, hizo que mi corazón comenzara a latir de nuevo. Me sentía más humano. Me sentía más yo.Tan sólo dos meses después, esa seguridad se rompió. Sus palabras aún resonaban en mi cabeza, martilleando cada pequeña parte de ella. Una y otra vez, se repetían como si de un bucle se tratase.
"La luz iluminaba ya toda la habitación, haciendo que mis ojos no tuviesen más opción que abrirse. A mi lado, estaba mi mujer, todavía durmiendo. Sus mechones oscuros le tapaban el rostro y su pecho subía y bajaba acompasamente. Le coloqué dichos mechones detrás de la oreja y le di un beso en la frente.
-Angy, es tarde-susurré.
-Lo sé, llevo despierta un rato-contestó con una sonrisa.
-¿Por qué no me despertastes?
-Estas muy guapo durmiendo, ¿sabes?Sonreí. Con sólo esos comentarios ya me hacía el hombre más feliz del mundo. La volví a besar, con más intensidad que antes hasta que me coloqué encima suya. Pero era temprano para aquello, por lo que no hubo más que besos y caricias.
-Cada día lo haces peor, Weasley.
-¿Perdón?-respondí en tono burlón, todavía sobre ella.
-Lo has escuchado perfectamente.Mi manos bajaron a sus costado y comencé a moverlas por esa zona. Angelina soltó un suspiró y cerró lo ojos. Besé su cuello, mientras su respiración se entrecortada.
-¿Decías?
Se negó a contestar, por lo que bajé las manos aún más, tocando la parte más baja de su espalda. Mi labios iban trazando una ruta hasta su pecho, quizá dejando alguna marca tras ellos.
-Fred-gimió.
Mi cuerpo se paralizó por completo. Me quité de allí y bajé mi mirada a las sábanas con el ceño fruncido. Al darse cuenta de su error, abrió los ojos, buscando los míos. Pero no los iba a encontrar.
Me levanté indiferente de la cama y me puse la camiseta. Angelina tenía los ojos cristalizados.-George yo...
Tampoco iba a encontrar mi contestación. Salí de la habitación con paso decidido, dejándola sola y entre lágrimas".
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La vida de los Weasley
FanfictionPequeños One-Shots de los Weasley después de la batalla de Hogwarts.